El sol, grande y naranja, avanzaba lentamente hacia el horizonte, tocándolo ya con los primero rayos. Asch y Shenia se encontraban sentados en el suelo, él la envolvía con sus brazos mientras ella apoyaba su cabeza en su hombro. Estaban en silencio, no hacía falta palabras para describir aquel momento, ya era perfecto.
La noche se iba adentrando poco a poco y la oscuridad lo iba cubriendo todo. El príncipe agarró a su futura esposa de la mano y se dirigió hacia su caballo. Se dispuso a ayudarla a subir, pero ella se negó y ambos se marcharon de allí a pie, con el príncipe tirando del blanco caballo de la muchacha.
Tomaron el camino hacia Husmacia cogidos de la mano, sonriéndose y mirándose de reojo. Shenia seguía sonrojada mirando al suelo con una leve sonrisa en la comisura de sus labios. Asch la miraba, la imagen de los dos en la hierba, besándose con frenesí, sus manos en su cintura y cabello... Sacudió la cabeza.
Las puertas del reino ya se alzaban ante ellos cuando el Sol estaba a punto de ocultarse. La pareja se quedó parada en el camino, antes de llegar a ellas, y se miraron a los ojos, todavía cogidos de la mano.
-He de regresar, ya es tarde.
-Llévate mi caballo, así llegarás antes -Le dijo Shenia sonriente.
-No -Le dio las riendas- Estaré bien, si pude venir corriendo, podré volver igual -Soltó una risa, haciendo que la princesa se riese también. Después, silencio, se miraban a los ojos sin decir nada, así pasaron varios minutos hasta que él volvió ha hablar.-¿Vendrás mañana?
-Claro... Mañana por la mañana estaré allí
-Eso es estupendo, entonces... nos vemos mañana, mi amor -Cogió su mano y se la llevó a los labios, rozándolos con ellos pero sin apartar la mirada. Fue apartando la mano poco a poco mientras se acercaba, acarició su rostro con la punta de los dedos y posó sus labios en los de ella mientras esta le rodeaba el cuello con los brazos. Tras el beso, ambos se sonrieron y cada uno se fue a su reino.
La mañana siguiente fue normal. Shenia se levantó como de costumbre y empezó a prepararse, apenas necesitaba ayuda, ya que se iba a poner su ropa de entrenamiento. Una sirvienta entró y le sirvió el desayuno, y ella comió mientras le limpiaban el cuarto.
Una vez que terminó, salió del castillo rápidamente, tomó su caballo y se fue cabalgando hacia Guniver, impaciente por ver a su príncipe. Había enfilado ya el camino recto, rodeado a ambos lados de espeso bosque, que llevaba hacia Guniver cuando observó delante suya una silueta negra. Fue aminorando la marcha, mirando desconfiada aquella figura. La chica paró el caballo a escasos metros suyos y rozó con los dedos el mango de su espada.
-¡Quien eres! ¡Date a conocer! -Pero la figura no se movió. Shenia frunció el ceño y se acercó un poco con el caballo, cuando unos sospechosos ruidos de los arbustos la alarmó. La silueta agarró las riendas y tiró de ellas, aunque Shenia las tenía todavía cogidas. El caballo embraveció y trató de soltarse. La princesa se agarró con fuerza para no caerse mientras intentaba desenfundar su látigo. Dos hombres muy fornidos salieron de entre los árboles. La muchacha consiguió sacarlo por fin y pegó un latigazo a la cara del hombre de negro, haciendo que soltase a su montura. Los otros dos la agarraron de los brazos y la tiraron hacia atrás, haciendo que cayese al suelo. Los hombres sacaron sus espadas cuando esta rodó para levantarse y quedarse preparada. Al primero que se lanzó le agarró con el látigo del cuello, ahogándolo y dejando que cayese su arma. Del segundo se defendió con su espada, paró su ataque con el filo y lo empujó hacia atrás de una patada. Soltó el cuello y le pegó un puñetazo en la nariz que lo derribó. Se giró entonces hacia el otro, le desarmó con su espada, enganchó sus pies con el látigo y le hizo caer. Aprovechó entonces para ir hacia su caballo lo más rápido que podía, pero el hombre vestido de negro se interpuso. Se lanzó contra él con la espada por delante, lanzó cuatro sablazos rápidos que él esquivó, pero no tuvo tanta suerte con la patada que le dio. El hombre se retorció y sacó un cuchillo para clavárselo, Shenia guardó el látigo y cogió el filo de ese arma para evitar que la tocase. Entonces le pegó un codazo en la cara y una patada por detrás de la rodilla, dejandole en el suelo. Salió corriendo hacia su montura, subió a él y comenzó a cabalgar lo más rápido que podía en dirección a Guniver.
Los tres hombres se fueron levantando del suelo doloridos y sorprendidos de la paliza que les había dado una simple princesa.
-¡Inútiles! -Un encapuchado salió del bosque y se dirigió hacia ellos- ¡No sois capaces de matar a una simple princesa!
-Pero señora... -comenzó a decir uno.
-¡Basta! Tendré que hacerlo yo misma. -La encapuchada volvió hacia el bosque y se subió a su montura negra que estaba escondida tras la maleza. El caballo le levantó sobre las patas traseras y comenzó a cabalgar haciendo que el aire dejase escapar rubios mechones de pelo de la capucha
Shenia ya había llegado a Guniver, dejó su caballo en los establos y se miró la mano. Tenía un corte, pues había cogido el arma con ella. Se sacó del bolsillo un pañuelo y se lo enrolló alrededor para que no se ensuciase. Asch apareció entonces por detrás suya y la miró.
-¿Qué haces?
Shenia soltó un grito y se giró rápidamente para mirarle- ¡Asch! ¡Me has asustado!
-Dime, ¿qué hacías? -Sus ojos en seguida captaron el improvisado vendaje. Le cogió la mano, a pesar de que ella no se dejó y lo destapó- ¿Qué te ha pasado? ¿Te lo ha hecho alguien?
-No -Trató de sonreí de la manera más convincente posible, y al parecer, funcionó- Fue sin querer, un pequeño accidente con mi espada, no es nada.
-Bueno, vale, vayamos a que te lo curen y te informo de las nuevas noticias que hay.
-Claro. -El príncipe agarró su mano buena y la condujo al interior del castillo. La curaron y le pusieron un vendaje limpio para que no se le infectase. Después, los dos muchachos fueron andando, hablando sobre la reconstrucción de Guniver, la cual terminaría antes de que empezase el invierno. También comentó la celebración que organizaría cuando estuviese todo terminado, sólo faltaba que hablase con Glaiss para que le permitiese celebrar también su cumpleaños, ya que era en pleno invierno.
La pareja llegó entonces al campo de entrenamiento donde había varios pares de soldados entrenando entre ellos. Asch miró a su amada.
-¿Quieres entrenar?
-¡Claro! -Y tiró de él hacia una parte cerca de las herrerías. Shenia le soltó y desenvainó su espada. Asch la comenzó a explicar, con movimientos suaves que hacían los dos, como dar diferentes ataques hasta que Shenia supo hacerlo. Entonces, el príncipe cogió su espada dispuesto a entrenar con ella.
-Vamos a ver que tal lo haces -Ella sonrió. Asch se puso en posición cuando un soldado les interrumpió y le habló en voz baja- Vaya -Miró hacia un soldado cercano mientras el mensajero le esperaba para irse.- ¡Soldado! Entrene con ella hasta que yo vuelva. Un entrenamiento suave. -Asch le guiñó el ojo a la heredera y se fue para encontrarse con Glaiss y Drank.
El soldado que iba a entrenar con ella sacó su espada y empezaron. Al principio lanzaba ataques suaves para que ella los parase como el príncipe le había enseñado. Ella reía con cada golpe que parada. El soldado lanzó un fuerte y cortante sablazo que ella paró costosamente con su espada, incluso la obligó a echarse hacia atrás.
-¡Eh! No seas bruto, no es un entrenamiento intensivo -El soldado volvió a atacarla con más fuerza, acercándose a ella y lanzandole sablazos una y otra vez, para que retrocediese. Shenia trataba de esquivar los golpes o pararles, pero él tenía demasiada fuerza para que pudiese hacer algo. comenzó a ponerse nerviosa, sus manos temblaban mientras trataba de sostener la espada. El soldado alzó el arma y dio un intenso golpe contra el filo del arma de la muchacha. Su mano cedió y su arma cayó al suelo mientras ella retrocedía. El hombre se lanzó contra ella, Shenia tropezó al esquivarle y cayó al suelo, por el que se fue arrastrando para alejarse mientras él se acercaba amenazante con la espada alzada.
-¡Basta! ¡Parad! -Chilló con fuerza mientras rodaba para que no le diese el ataque- ¡¡Dejadme!! -La chica se cubrió la cabeza con los brazos mientras chillaba. El hombre alzó y lanzó un último ataque contra ella.
Filo contra filo. La princesa abrió los ojos y observó a Asch, delante suya, espada en mano, soportando todo el peso del ataque. Sus ojos ardían de furia. Cogió su gran espada con las dos manos y apartó el filo del contrincante. Se fue acercando a él, atacándole tan fuerte que el hombre no podía resistir sus ataques y cedía cada vez más.
Drank y Glaiss llegaron corriendo. El nefilim se agachó junto a la princesa y trató de ver que no estaba herida. La ayudo a levantarse y la cogió por los hombros, para que se fuera a apoyar a la valla y se alejase de aquel soldado.
Asch seguía atacando. Lanzó un fuerte ataque y la espada del contrincante se rompió. Glaiss llegó a su lado, miró al principe preocupado por su expresión, y agarró al soldado, hizo que se arrodillase y Asch puso la punta de su espada en su garganta.
-Traidor... -Masculló Asch.
-Asch. -Le miró Glaiss serio.
-Mereces que te torturen por alta traición, ¡bastardo!
-¡Asch, basta! -El humano apretó el filo contra la garganta pero aflojó la presión y miró a su amigo con el ceño fruncido. El elfo agarró de la pechera al soldado- Ibas a matar a la princesa, eso es traición a la corona y a la alianza. Tus acciones están condenadas a muerte. Dinos, ¡quién te envía!
El hombre comenzó a reir por lo bajo, mirandoles. Asch le dio un puñetazo que le rompió la nariz-¡Habla maldito! -.
Escupió sangre y miró al humano- Me envía la madre de todos, Ella la matará, y no podréis impedirlo.
Asch tensó la mandíbula, mirandole con un odio muy intenso. Apretó su espada y le atravesó el pecho con el filo. Sacó la espada y el cuerpo cayó sin vida. El elfo le miró.
-¿Por qué lo has hecho? Nos habría dado información importante
-No, no lo habria hecho. -Limpió el filo en la ropa del muerto- Y no pienso seguir escuchando a un bastardo que excusa su intento de asesinato con fantasías. No descarto la idea de que fuese enviado por alguien pero, Ella, la madre de todos, me parece una auténtica locura. -Guardó su arma- Llevaos el cadaver -Llegaron soldados y se lo llevaron. Se dio la vuelta y fue hacia Shenia. Drank la abrazaba para tratar de tranquilizarla, miró hacia el muchacho que se acercaba y se separó de ella para dejarles solos. Asch comenzó a observarla, buscando alguna herida, golpe, etc.
-Estoy bien -Dijo ella mirándole, pero él la ignoró- Asch en serio, no me hizo nada. -Volvió a ignorarla- ¡Asch! -Sus ojos se encontraron y ella suspiró- Estoy bien ¿vale? -El humano la cogió de la mano y la atrajo hacia él para abrazarla con fuerza.
-No debí dejarte sola
-No podías saberlo
-Lo siento -La apretó más fuerte.
-No es tu culpa -Apoyó la frente en su pecho- Gracias por salvarme.
-Te protegeré con mi propia vida ya que tu eres más importante -Se separó y miró hacia sus dos compañeros. La agarró la mano.- Vayamos dentro y hablemos -Los cuatro entraron al castillo.
Los herederos se sentaron en una mesa y comenzaron a discutir sobre lo sucedido. Sentenciaron que no podia ser un caso aislado y que volvería pasar tarde o temprano. Decidieron que la princesa se quedase en Guniver hasta que todo pasase y pillasen al culpable. Shenia se mantenia callada, mirandoles a todos, pero pronto sus ojos se posaron en la silueta que había tras las celosías de la estancia. Un cabello rubio, Anouk, vestida con una túnica negra. La chica frunció el ceño.
Ya en la puerta, Shenia apretaba las cuerdas de la silla de su montura mientras Asch la miraba preocupado.
-Creo que no deberias ir, es peligroso.
-Tengo que ir, avisar a mi madre y traer algo de ropa. -Asch suspiró y asintió, la chica le miró- Volveré por la mañana ¿vale? -Esbozó una gran sonrisa tranquilizadora, el principe se inclinó y la beso, al separarse, asintió de nuevo.
-Te amo.
Shenia subió al caballo con ayuda de Asch y cogió las riendas. Le dedicó una última sonrisa antes de salir cabalgando. Apenas hubo recorrido diez metros, un cuchillo impactó en el pecho del caballo, el cual cayó al suelo e hizo que Shenia saliese despedida y que cayese. Se incorporó como pudo y miró a su caballo cuando oyó movimiento tras unos arbustos. La chica se quedó callada, mirando como una figura con una túnida puesta salia de ellos.
-¡¡Shenia!! -Se oyó gritar a Asch, quien ya corria hacia ella. La muchacha se fue echándose hacia atrás para alejarse. La figura miró hacia el príncipe un momento. Shenia abrió los ojos, pues pudo vislumbrarle el rostro. Se quedó en shock mientras este desaparecía en el bosque de nuevo. Asch llegó a su lado, con la espada en la mano. El encapuchado había escapado, el humano se agachó junto a ella y la cogió de los hombros.
-¡¿Estás bien?! ¡Shenia! -La abrazó con fuerza, acariciándola la cabeza. La levantó, mientras ella seguía mirando por donde había escapado aquella persona. Glaiss, Drank y una docena de soldados llegaron hasta ellos. Unos se llevaron al caballo para curarle. Los dos herederos y el resto fueron a recorrer todo el bosque. Asch se llevó a la princesa, casi corriendo, hacia el castillo, y cuando estuvieron dentro, él la miró preocupado, cogiéndole el rostro con las manos.- ¿Shenia?
-Fue Anouk -Dijo al fin.
-¿Qué?
-F-fue ella, la vi, ¡era la encapuchada!
-Shenia eso imposible, ella está aquí.
-¡No! Créeme, sé lo que vi -La muchacha le agarró de la camisa. Anouk, con un vestido color crema, largo, y con el pelo recogido en un moño apareció por el pasillo. La pareja se le quedó mirando, Shenia abrió los ojos, no podía creerlo. Ella les miró y se paró.
-¿Puedo ayudaros?
-Tu... -Shenia soltó a Asch y fue directa hacia ella, cerrando los puños con fuerza- ¡Te descubrí! ¡Eras tu! ¡A mi no vas a engañarme! -Asch fue corriendo hacia ella y la cogió en brazos para que no se lanzase contra la chica rubia. Esta retrocedió.
-Anouk, vete, vete. -Dijo el chico y ella se fue corriendo.
-¡¡¡Sé que fuiste tu!!!
-¡Shenia! -Él la abrazó para que se tranquilizase- Ella no ha sido, ¿vale? Estás confusa y cansada. Será mejor que descanses. Te avisaré para la cena.
-¡No!
-Si -Empezó a llorar. Se la llevó a un cuarto de invitados y la dejó dentro. Comprobó las ventanas y una vez que vio que era seguro, puso a dos soldados en la puerta para que nadie entrase. La dio un beso y se fue. Shenia se sentó en la cama y se secó las lágrimas.
Al cabo de un rato, la puerta se abrió y apareció Glaiss. El elfo se acercó y se sentó a su lado.
-¿Te encuentras bien?
Ella ignoró su pregunta y le miró.- No me cree, ¿por qué no me cree? Sé perfectamente lo que vi -Suspiró y agachó la cabeza.
-Es difícil de creer, no por ti, sino por el golpe que sufriste. Te caíste del caballo, podrías haberte dado en la cabeza contra el suelo y que fuese una distorsión de la realidad. Además, hoy has tenido mucho estrés, eso también afecta -La acarició los brazos para tranquilizarla mientras sonreía. Ella alzó los ojos y le observó.
-Tu tampoco me crees, ¿verdad?
-Shenia -La miró a los ojos- Te creo, pero admite que puedes estar equivocada. -La puso la mano en el hombro- ¿Te quedarías más tranquila si la vigilamos? -Shenia asintió. Glaiss sonrió- Bien, ahora descansa. Asch me ha pedido que me quede mientras él monta equipos de búsqueda y captura. No tardará.
El elfo se levantó de la cama mientras ella se tumbaba y cerraba los ojos. Se sentó en la silla de la puerta y se cruzó de brazos, con el semblante serio. Shenia se empezó a quedar dormida. Los sueños que acudían a ella no eran especialmente tranquilizadores.
Veía unos ojos, de color rojo, rojo sangre. La miraban fijamente y nunca parpadeaban. Una cabellera rubia rodeaba un rostro redondo. Anouk. Pero era diferente, pues tenía la mitad de la cara verde. Una risa aguda resonó y pronto todo se sumió en oscuridad.
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