¿Qué vemos hoy? #28: Rogue One: Una historia de Star Wars 7/10

Desde que Disney se apoderó del universo de Star Wars estaba segura que las entregas que produjeran no serían de mi agrado. Evidentemente, estoy en contra de extender las sagas hasta el más allá con tal de que la compañía obtenga beneficios si con ello sacrifican la calidad de las películas. Esta fue una de las razones de que Star Wars Episodio VII: El despertar de la fuerza me resultara tan tediosa. 

Sin embargo, no siempre ha de cumplirse esa regla. Puede que Rogue One no fuera el peliculón que todos esperábamos, pero al menos arregló el mal que había hecho la anterior producción. La historia, como todo buen fan sabe, se ambienta entre los episodios III y IV, cronológicamente hablando, y narra cómo la Alianza Rebelde obtiene los planos de la Estrella de la Muerte, que ya aparecían en la película de 1977. 

Con esto en mente, los productores debían ceñirse a un escenario acotado en el que el libre albedrío apenas tenía cabida, una tarea muy difícil en mi opinión. Contra todo pronóstico, desde mi punto de vista claramente, sacaron adelante una película muy buena, con un argumento interesante y perfectamente montado, con unos personajes acordes (a pesar de que algunos de ellos, y algunas de sus escenas, podrían haber desaparecido y no los echaríamos en falta) a los que, rápidamente, se les coge cariño. 

Dejando a un lado las escenas prescindibles, a los personajes a los que se les da demasiado importancia cuando su papel en la película es muy secundario o a aquellos que son importantes para el argumento y apenas reciben escenas (y una muerte algo tonta), el mayor fallo que veo es el uso de los efectos especiales. No en la creación de las tropas clon, de los AT-AT, de las naves o de los planetas, sino en el conveniente rejuvenecimiento o resurrección de importantes personajes: la Princesa Leia y Wilhuff Tarkin. En el caso de la Princesa Leia, la actriz fue rejuvenecida con un evidente efecto especial que hacía de su cara algo artificial e inhumano, sin apenas líneas de expresión, en lugar de disimular su presencia realizando planos en los que la cara apenas fuera visible. Sin embargo, peor fue la resurreción que tuvo el actor Peter Cushing, ya que éste, evidentemente, no podía realizar su papel, decidieron sustituirle por un actor cualquiera al que cambiaron la cara por medio de los efectos especiales faciales y cuyo resultado dio cierta grima. Estas meteduras de pata provocaron la crítica de los fans. 

Pero podemos destacar como el punto más positivo de esta película el hecho de que dejaron de lado el absurdo y barato humor que tanto había criticado en el séptimo episodio. En esta entrega, se limitan a introducir un personaje que se encarga de aportar ese toque humorístico que hemos visto en los episodios anteriores, en este caso se trata de un androide imperial reprogramado que se hace más de querer que muchos otros protagonistas. 

El final también es otro de los elementos que podemos destacar. Aunque es predecible, queda muy bien cerrado y enlazado con la película que la sucede cronológicamente, además de que le aporta un punto trágico a la historia que, para mi gusto, puede llegar a influir en la opinión que el espectador tiene de la película, ya que de entre toda la acción que nos aporta en los últimos momentos y de las escenas tan impactantes que vemos, un momento trágico y triste supone el punto de inflexión en la película antes del final. 

En resumen, Rogue One: Una historia de Star Wars se mantiene lejos de la chapuza que la precede y nos trae esperanza para los demás spin-offs que hay programados. Es una película recomendada para los fans de esta maravillosa saga que, como yo, tenían las expectativas tan bajas después del séptimo episodio, motivo por el cual, seguramente, esta entrega me ha sorprendido gratamente.