Reseña #41: Breaking the limits 1/10

Y, la verdad, eso no es lo peor. Realmente es lo menos malo. Digamos que el argumento no tiene lógica ninguna. La escritora intenta crear una especie de distopía (cogiendo ideas bastante claras de Divergente y, seguramente, El Corredor del Laberinto), pero las bases son incompletas, incoherentes y se nota que no ha investigado demasiado sobre ciertos aspectos, sobre todo militares (las granadas de mano no tienen mecha, las bombas nucleares no explotan en gas tóxico, las armas -sobre todo de gran calibre- tienen retroceso, etc.). Además, surgen momentos contradictorios, por ejemplo: Al principio de la novela se habla de que la protagonista viaja a Ibiza en un viaje de fin de curso, donde surfea. Y, sin embargo, en la página 116, Valeria y Cameron conversan sobre las cosas que nunca han visto, y la protagonista dice que nunca ha visto el mar (pág. 22 y pág. 116). Otro ejemplo de esto mismo, con más delito todavía, aparece más adelante. Para poneros en contexto, la narradora es Valeria:

Es obvio que todos tenemos deslices, todos somos humanos, pero estos errores vienen de no haber revisado la obra una vez escrita. Es un fallo tan enorme y tan imperdonable. ¿Cómo es posible que no se haya dado cuenta? Me parece algo imposible.

También es un delito la incongruencia en sí que envuelve la trama. Básicamente, se te presenta la historia como la vida de una adolescente normal que, de pronto, se ve rodeada de una guerra inmediata, la cual amenaza la vida de su familia y amigos. Hasta aquí todo correcto. Luego, te dicen que el malo es el Capitolio (ejem) y que son los que han lanzado las bombas y están matando a la gente que sobrevive, los llamado inmunes. Vale. Ahora decidme, ¿cómo un grupo de chicos de 17 años, normales y corrientes, son capaces de hackear, matar, desarmar y sobrevivir por su cuenta? Porque me parece bastante inverosímil que, de un puñetazo, dejen inconscientes a un militar que lleva toda su vida formándose para la lucha. Tampoco me creo que desde un portátil y con un walkie-talkie puedan acceder al sistema del gobierno (por cierto, los walkies, más si son de los que tienes en casa, tiene un alcance de 400 metros o algo así), ni que consigan desbaratar la seguridad del Capitolio de la ciudad, etc. Hay tantas cosas ilógicas en esta novela que podría haceros una entrada con una lista de ellas. Y no son cosas que digas: podría explicarse con esto. Porque, la verdad, es que no te explican nada. No te explican por qué hay inmunes, por qué tiran las bombas, por qué mantienen al resto de la población viva, o por qué parecía que los soldados querían matar a Valeria, pero al final no.

Y no creáis que, una vez llegas a las últimas páginas, todas las incógnitas se desvelan. Qué va. Aparece el padre de Valeria, ese personaje del que nos han hablado de vez en cuando, y se acabó. Empiezas y acabas la novela con la misma información.

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Hablemos ahora de los personajes. Por desgracia para nosotros, tampoco compensan este argumentos. Son muy planos, todos llenos de clichés y. prácticamente, son iguales, pero con diferentes nombres. No hay ningún personaje que diga: mira, tú me caes bien. Aunque, por suerte, alguno de los secundarios son bastante aceptables, cosa que no ocurre con los protagonistas, Cameron y Valeria, ambos insoportablemente cargantes. Estos dos se preocupan de cosas triviales, en lugar de pensar con lógica y decir: Estamos en una guerra, hay gente que quiere matarnos, vamos a dejar las tonterías de instituto para luego. Ah, por cierto, para mí, son un ejemplo claro de relación tóxica, así que no soy muy fan de que los adolescentes lean y vean normal a este tipo de parejas. 

No es una buena novela, eso está claro. Es más bien un intento, como si hubiera querido autopublicar el primer borrador sin revisar. Hay gran cantidad de fallos, ya no lógicos por la edad de la escritora, sino completamente incomprensibles. De verdad, creo que la autora debería coger la historia, releerla entera y tratar de arreglar las incongruencias, buscar información lógica sobre los aspectos resaltados y reescribirla de nuevo, porque, con el texto actual, por desgracia, no irá a ningún sitio.