Desde el momento en que sintió aquel leve latido
bajo sus dedos, supo que aún había esperanza. Aquello no era una retorcida
alucinación producida por su mente, no había sido una ilusión inspirada por
recuperar a su amada. Aquello había sido más real que la vida misma.
Lentamente, apartó el rostro y observó a su esposa entre sus brazos, con los
ojos como platos y la respiración contenida. Llevó su mano derecha al cuello de
la muchacha, dónde de nuevo sintió el pequeño latido de su corazón.
Ilusionado, las penas y las lágrimas se esfumaron
por un momento, obviando la muerte de su compañero, al ver que el pecho de
Ellie subía y bajaba de manera casi imperceptible, señal de que su aún
respiraba.
Sus labios se entreabrieron para dejar escapar las
palabras hechas susurros:
-Ellie…
Jessica y Kevin, que aún lloraban la pérdida de
G-Host, levantaron las cabezas al oír el tono de esperanza que había teñido la
voz de Steve. Ambos se quedaron mirando a su amigo fijamente. El ilusionista
acunó a su mujer para acercarla aún más a su cuerpo y acarició con cariño la
piel de su frente. Observó cómo sus ojos se movían bajo los cerrados párpados,
cómo su boca se entreabría para coger una bocanada de aire limpio y cómo su
ceño se fruncía. Fue entonces cuando por fin abrió los ojos.
Sus miradas se encontraron, los ojos marrones de la
muchacha escrutaban los heterocromos de su marido. Él, aún sin poder creérselo,
siguió acariciando su fina piel con la yema de los dedos. Ellie alzó una mano,
temblorosa, para rozar con sus dedos el mentón de Steve. Recorrió el perfil de
su rostro, su mejilla derecha hasta acariciar el cabello detrás de la oreja.
-Steve.
–Susurró evidentemente cansada.
-Ellie. –En los ojos del muchacho se volvieron a
acumular lágrimas, pero ésta vez, una sonrisa iluminaba su rostro.
-¿Esto es…real?
-Sí, amor, lo es.
Se inclinó sobre ella entre risas y sollozos,
abrazando su menudo cuerpo contra él con un fuerte apretón para no volverla a
perder nunca más. No habría predicción que pudiera volver a separarlos.
Aquel día había marcado de manera crucial la vida
de Steve, todos los días tenía muy presente el sacrificio que había hecho
G-Host y lo honraba. Mantenía una deuda con él de por vida. Sin embargo, para
Ellie había quedado marcado de otra manera muy distinta.
Mientras que para su esposo supone un renacimiento
y una gran oportunidad de cumplir el futuro que siempre había deseado, la
muchacha había quedado trastornada. Después del reencuentro con su marido, se
había enfrentado a las secuelas que había dejado su devastador poder. A pesar
de que parecía que su conciencia racional había sido anulada totalmente por el
proyecto Pandora, los recuerdos llegaron a ella como un torrente de agua. De
golpe, vislumbró los daños que había realizado y las muertes que había dejado a
su paso. El peso de la culpabilidad cayó sobre ella como un plomo. Negándose a
bloquear sus recuerdos, tal y como Kevin y Steve sugerían, cargó con aquel sentimiento
durante los años siguientes, sufriendo en sueños el dolor de sus víctimas.
Tratando de consolar a su mujer tras cada
pesadilla, Steve le relataba, historia a historia, su verdadero origen.
“Es cierto que todos nosotros, al llegar al
Orfanato, no recordábamos nuestra vida anterior” Dijo una noche, después de uno
de esos malos sueños, mientras abrazaba y acariciaba a Ellie con ternura.
Hablaba en susurros para tranquilizarla. “Pero la verdad no podía esconderse de
la curiosidad humana de la que estamos dotados. Nuestro origen era ciertamente
un misterio para nosotros, pero tener un oráculo a nuestro lado, siempre
beneficiaba la causa. Nos guiamos, primero, por aquello que habíamos
experimentado en el Orfanato, después de ver qué tipo de pruebas nos hacían y
los resultados de estas, G-Host pudo deducir que ellos también trataban de
encontrar nuestro origen a través del ADN de las muestras de sangre. Después de
que nos escapáramos de allí, seguimos investigando por nuestra cuenta“. Ellie
levantó la cabeza para mirarle mientras hablaba. “Según la mitología de la
antigua Grecia, la Caja de Pandora no sólo liberó los males en toda la Tierra,
sino que también los poderes que estaban reservados a los dioses ahora podían
ostentarlos con libertad. Se establecieron, entonces, cuatro linajes míticos.
Los Ilusionistas, capaces de jugar con la mente de la gente; los Magos, hombres
cuyos conocimientos habían sido proporcionados a través de la sabiduría de las
divinidades; las Brujas, mujeres que tomaban sus poderes de los elementos y los
Oráculos, quienes no sólo eran capaces de ver el futuro, sino también de recordar
el pasado. Estos cuatro linajes fueron aclamados, honrados y adorados en todo
el mundo antiguo, se les rendían homenajes, se celebraban fiestas en su honor e
incluso llegaron a ser considerados dioses. Sin embargo, la Edad de Oro de
nuestros antepasados pronto se vería perturbada por la entrada del Cristianismo
como religión oficial en el Imperio Romano. Su doctrina eliminaba cualquier
otra creencia que no fuera la propia, por tanto, a finales de la
tardo-antigüedad y en la Edad Media, por supuesto, aquellos herederos de los
cuatro linajes fueron perseguidos y asesinados. Nuestro número menguó mucho en
pocos siglos, los poderes dejaron de utilizarse y se trató de purificar nuestra
raza entablando relaciones con los humanos para que fuera más complicada la
transmisión de poderes. Hoy en día, ya olvidada nuestra existencia, somos
nosotros cuatro los últimos herederos de aquellos cuatro linajes.
“¿Cómo caísteis en manos de mis padres?”. Balbuceó
adormilada su esposa.
“Tu madre no sólo era genetista, sino que también
le apasionaba la cultura clásica, en concreto la mitología. Al encontrar
nuestro mito en uno de los miles de libros sobre esta disciplina, lo debió de
creer ciegamente y, rastreando las
posibles uniones y a los descendientes que pudieron llegar a la actualidad, dio
con nosotros, cada uno en una parte del mundo. Tras contarle a tu padre la
magnitud de su descubrimiento, ambos decidieron dar un paso más. Financiando
ellos mismos la empresa, crearon los laboratorios subterráneos y contrataron a
muchos de los científicos que viste allí. Con ayuda de un cuerpo privado de
protección, nos secuestraron a todos con tan sólo cinco años. Después de
observar nuestros poderes con diversos experimentos y pruebas, entre los que
figuraba cuidar de una planta, estudiaron nuestro potencial y consiguieron aislar
el gen que provocaba tal mutación, por así decirlo, en nosotros.
A finales de aquel mismo año, tu madre se había
quedado embarazada accidentalmente, pues según vimos cómo se comportaba con
nosotros, dedujimos que los niños no eran su punto fuerte. Sin embargo, vio en
la nueva vida que se formaba en su vientre la oportunidad perfecta para crear,
lo que ella había llamado, una nueva Caja de Pandora, que recogiera en el
cuerpo de una misma persona, los poderes de los cuatro linajes. Así,
sometiéndose a una peligrosa intervención, introdujo en las células que meses
después darían lugar a un feto, el gen correspondiente al poder de Ilusionista,
extrayendo antes una muestra de tu ADN para poder clonarte y probar con ellos.
Así, nacieron tus Hermanas, cada una con los poderes de los linajes diferentes,
sin embargo, con cada clonación, el cuerpo perdía capacidad de asimilación de
los poderes, por lo que muchos de los clones a los que intentaron inyectar dos
o más genes murieron o se malformaron. Decidieron, entonces, encontrar la
manera de poder reunir los cuatro poderes en un mismo cuerpo, que sería el
tuyo, pero para asegurarse de que los genes habían mutado de la manera
esperada, debían tener paciencia y ver cómo te desarrollabas.
Sin embargo, los años pasaban y tú no manifestabas
ningún poder. Parecía que tu organismo había obviado aquellos genes y
simplemente eras una humana normal. Decepcionada con el resultado, tu madre nos
realizó más pruebas y experimentos, incluso nos llegó a torturar para sacar de
nosotros cuanta información pudiese. Por aquel entonces, había obtenido la
forma de extraer de nosotros el poder que recorría nuestro cuerpo, el cual era
tan imprescindible como la propia sangre. Cada mes, nos sometía a un drenaje
obligatorio para asegurar que no podríamos hacerle daño, sin embargo, se fueron
haciendo cada vez más frecuentes en cuanto nuestro potencial aumentó con la
edad. A los quince años, escapamos de allí por el desagüe del baño, nos
escondimos y no volvieron a tener pistas sobre nosotros hasta que, cinco años
más tarde, y sabiendo ya de tu existencia, te llevara conmigo.
Después de que realizara una ilusión lo
suficientemente potente como para manipularte a ti y a tus padres, escapaste
dejando simplemente una nota. Cuando el efecto se pasó y encontraron el mensaje
de despedida, sospecharon e hicieron que tu Hermana oráculo rastrease los
momentos previos. Haciéndose evidente que había restos de mi poder, supieron
por qué te había llevado conmigo. Pero sus intentos de localizarnos eran
inútiles, pues no sólo obtuve la ayuda de G-Host para que contrarrestara los
poderes de nuestro enemigo, sino que yo lanzaba cada día una ilusión sobre ti
para que tu poder no pudiera ser rastreado. Por ello, aunque te enseñara a
timar, robar, disparar y luchar, nunca dejé que realizaras uno de nuestros
comunes robos.” Agachó la cabeza y besó la cabeza de Ellie. “Bienvenida a la
vida real, amor mío”.
“¿Sin secretos?” Había susurrado la chica.
“Sin secretos” Y así, calmó los ánimos de la
muchacha y ambos se quedaron dormidos.
Ni Steve ni Ellie sabían por qué su historia había
pasado a ser el cuento favorito para dormir del pequeño Host, pero el niño se
quedaba absorto y maravillado cuando su padre lo recreaba todo. Obviamente,
aquella historia que explicaba por qué su padre tenía poderes que el niño
admiraba, había sido ligeramente censurada. En ningún caso mencionaba que su
madre fuera el monstruo terrible que había hecho desaparecer a su personaje
favorito, aquel que llevaba su mismo nombre, por lo que era normal que
realizara preguntas acerca de su madre.
“¿Por qué mamá no puede hacer lo mismo que tú” Preguntó
una noche el niño, mientras su padre le arropaba.
“Porque tu madre ya es lo suficientemente especial,
debe dejar algo al resto del mundo”
Ellie se reconfortaba al saber que los sentimientos
de Steve no habían cambiado ni un ápice, pero aún sentía remordimientos por lo
ocurrido. A veces incluso lloraba recordándolo a pesar de que habían pasado ya
seis años.
Ese día era el aniversario de la muerte de G-Host y
todos habían prometido reunirse para conmemorarlo. Aquel año, se celebraría en
la casa de Steve y Ellie, una reconstrucción de la casa que anteriormente había
tenido G-Host. Alfa, su antiguo androide y ahora propiedad de los muchachos,
les había cedido los planos.
La mesa de cristal del gran comedor estaba
perfectamente colocada, con el mantel puesto, cada plato, cubierto y copa en su
sitio, y las servilletas perfectamente dobladas. Ellie y Alfa se habían pasado
toda la mañana cocinando gran variedad de platos para satisfacer el apetito de
dos hombres hambrientos y un niño glotón. Sirvió los entremeses, los platos
para compartir y algunos aperitivos más cuando sonó el timbre.
Todos se habían vestido para la ocasión, Steve
llevaba una americana, una camiseta blanca y unos vaqueros negros. Su cabello
estaba peinado hacia atrás aunque algunos mechones rebeldes le caían sobre los
ojos. Llevaba a su pequeño en brazos, que pataleaba y se quejaba por llevar una
ropa tan incómoda, pues el niño vestía unos vaqueros y un jersey de punto
bastante formal. Ellie, que fue a recibir a los invitados, se había puesto una
blusa y una falda negra de tubo. Su cabello, largo, estaba recogido en una
trenza que caía por su hombro izquierdo.
Al abrir la puerta, sus ojos se abrieron e
iluminaron al contemplar a Kevin y Angelica. El chico no había cambiado desde
la última vez que le había visto. Vestía una camisa negra y pantalones vaqueros
oscuros. Su ya oficialmente mujer, pues se habían casado hacía un año, después
de que Angelica recuperara todos sus recuerdos, estaba enfundada en un vestido
beige de corte recto que hacía resaltar el color moreno de su piel, fruto de
unas vacaciones en alguna isla tropical.
Kevin abrazó a la chica con fuerza y pasó al
interior mientras que Angelica y Ellie intercambiaban cumplidos y noticias.
Steve se acercó a su viejo amigo y le rodeó con el brazo libre.
-Me alegro de verte, enano. –Dijo cariñosamente el
ilusionista.
-¡Tío Kevin! –Exclamó el pequeño.
-¡Grandullón! –El mago agarró al niño y lo lanzó
hacia el techo.- ¡Cuánto has crecido! ¿Cuántos añitos tienes ya?
-¡Cinco! –El pequeño reía mientras el mago le
prestaba toda su atención. Host admiraba tanto a Kevin como a su padre y él
siempre le brindaba trucos de magia que le dejaban maravillado. Las historias
sobre el mago le habían convertido en la envidia de sus compañeros de clase.
-Vaya, vaya, que rápido creces.
-A ver cuándo os animáis vosotros. –Indicó Ellie
mientras golpeaba el codo de Angelica con el suyo.- Tu chico parece estar
preparado.
La muchacha se sonrojó intensamente y cruzó una
mirada con su marido, que le sonrió de manera cómplice. Steve y Ellie se
quedaron sorprendidos y todos se echaron a reír. Entonces, el timbre volvió a
sonar, anunciando la llegada de su última invitada. Al abrir la puerta, Ellie
se quedó perpleja, no sólo por el cambio de aspecto que había en la bruja,
quién se había cortado el largo y precioso cabello hasta la altura de la
barbilla, vestía un mono negro de perneras largas y escote de pico, y calzaba
altos tacones negros; sino porque a su lado se encontraba un hombre alto y corpulento,
de tez morena, con el cabello igual de largo que Jessica y ondulado, con los
ojos azules y una gran sonrisa. Vestía una camisa blanca y unos pantalones
vaqueros claros.
-Sentimos la tardanza, no sabíamos poner el GPS y nos
hemos perdido dos veces. –Ellie se hizo a un lado para dejarles entrar. La
bruja iba agarrada al brazo de su acompañante. Kevin y Steve se giraron hacia
ella. La bruja clavó la fucsia mirada en los ojos heterocromos del ilusionista.
Él le sonrió con ternura y ella le devolvió la sonrisa. Le había costado años y
mucho sufrimiento, pero por fin había dejado atrás los sentimientos por Steve.-
Este es Paolo, le conocí hace seis meses. Espero que no os importe.
Todos se acercaron a la pareja y les dieron la
bienvenida, Kevin y Steve hablaron con Paolo mientras éste sostenía al pequeño
Host, que se entretenía con los cordones de sus zapatos. Jessica, Angelica y
Ellie se dirigieron a la cocina y trajeron el resto de cosas que faltaban por
servir. Así, todos se sentaron a la mesa y comenzaron a comer, enfrascados en
alegres conversaciones, lejos del triste sentimiento que producía aquel día.
Entonces, la silla en donde había estado sentado el
pequeño Host cayó al suelo de golpe, interrumpiendo las conversaciones. Se
oyeron los maullidos del gato de Ellie, el cual miraba fijamente bajo la mesa
del comedor. Steve fue quién rompió el silencio de la mesa y se echó a reír.
Todos los presentes le miraron sin comprender mientras Ellie se levantaba para
buscar al niño que de pronto había desaparecido. Sin embargo, lo que ninguno de
ellos vio, excepto a Steve, fue cómo Host se escabullía de la mesa e iba a la
cocina para robar una de las porciones de pastel para después comérsela bajo la
mesa. Claramente, si saber que había realizado una ilusión.
Aunque seguía riéndose, metió las manos bajo la
mesa y sacó al niño para sentarlo sobre sus rodillas. El pequeño, sorprendido,
miró a sus padres con ojos de cordero para que no le riñeran. Sin embargo, los
dos reían, al igual que todos los demás.
-¡Tenemos un nuevo G-Host en la familia! –Exclamó
Kevin- Ese fantasma es una caja de sorpresas.
La pronta realización de ilusiones por parte del
pequeño les había dejado sorprendidos. Ninguno de ellos esperaba que sus
poderes despertaran tan pronto. Aquel suceso animó aún más la velada y todos
comenzaron a contar anécdotas divertidas y apropiadas sobre sus poderes.
Steve miró tiernamente a su hijo mientras escuchaba
las historias del resto. Su cabeza voló hasta el pasado, al momento en que
había apodado al oráculo G-Host, porque, según él, era tan raro e invisible
como un fantasma. Aunque en aquel momento fue ofensivo, pasó a ser un nombre
cariñoso que provocó en él un sentimiento de añoranza y de gratitud. Besó la
cabeza del pequeño y esbozó una sonrisa.
“Gracias, amigo”.
Y así, los tres linajes pudieron continuar su vida,
sin atarse a un destino y construyendo su propio camino. El futuro sería
incierto, pero a veces había que correr riesgos para comenzar la aventura más
excitante de todas. Vivir.
Nosotros vamos a morir, y eso
nos convierte en los afortunados.
La mayoría de la gente nunca va a morir porque nunca nacerá.
Las posibles personas que podrían haber estado
aquí en mi lugar,
pero que de hecho nunca verán la luz del día,
excede en número
a los granos de arena del desierto del Sahara.
Seguramente aquellos fantasmas sin nacer
incluyen
poetas más grandes que Keats, científicos más
grandes que Newton.
Nosotros sabemos esto porque el conjunto de
posibles personas
permitidas por nuestro ADN excede tan
masivamente al conjunto
de personas reales. A pesar de estas asombrosas
posibilidades
somos tú y yo, en nuestra normalidad, los que
estamos aquí.
Nosotros, los pocos privilegiados, que ganamos
la lotería
de la vida en contra de todas las posibilidades,
¿cómo
nos atrevemos a lloriquear por nuestro
inevitable regreso
a ese estado anterior del cual la inmensa
mayoría nunca ha despertado?
- The Greatest Show on Earth (Nightwish)
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