La estancia se quedó en absoluto silencio. La chica se había quedado sin palabras, sus manos comenzaron a temblar del nerviosismo y su mente recreó la imagen en su cabeza, provocando en ella un terror inimaginable.
-¿Y-yo? -Tartamudeó, fijando los ojos en la serena mirada de G-Host, quien asintió, aún en silencio.- Eso es imposible, yo.. nunca haría daño a Steve, ni siquiera te he podido pegar durante el entrenamiento. Es imposible que os pudiera vencer. -El chico la miraba casi sin parpadear, era obvio que él tampoco comprendía de dónde podía haber sacado la chica tal poder. Desde que vio aquella imagen, había vivido con cierto temor y ese miedo aumentó cuando Steve comenzó a ir tras Ellie, pero fue una buena idea, en un principio, antes de que se relacionara con ella, ya que la controlaba casi día y noche.
-No sé como lo hiciste. -Se pasó una mano por el cabello.- A esa edad no lo comprendí pero, al cabo de unos años, cuando, gracias a Steve, escapamos de aquel lugar, te volví a ver en una de mis visiones. Advertí a los demás y planeamos eliminarte para asegurarnos de que el futuro no se cumplía, sin embargo, Steve quería encargarse de ti personalmente. A pesar de que nos opusimos rotundamente porque debíamos de ser cuidadosos, hizo caso omiso y comenzó a seguirte. -Ellie se abrazó a uno de los cojines del sofá y cerró los ojos con fuerza.
-Pudo eliminarme aquella noche, o dejar que aquel hombre hiciera conmigo lo que quisiera.
-No pudo. -Dijo el chico.- Te consideraba su presa, le pertenecías y., seguramente, te hubiera eliminado de no haber visto la humanidad en tus ojos. -La muchacha abrió los ojos de golpe, sorprendida.
-¿Cómo?
-La Ellie de la que yo les hablé no tenía sentimientos, en sus ojos no había ningún reflejo de su alma, era una máquina. En ti vio el miedo, tus manos temblaban y las lágrimas recorrían tus mejillas. Steve sabía que la chica que vi era un monstruo y en ti vio a una humana. Por eso no te mató y... se enamoró de ti.
-Jessica dijo que todos tuvisteis que sacrificar algo para que Steve pudiera estar conmigo. -Alzó la mirada hacia él, clavándola en sus tranquilos ojos- ¿Por qué? -G-Host palideció antes de contestar, no estaba seguro de que respuesta debía darle. Se levantó del asiento y paseó de un lado a otro.
-Tus padres pertenecían al equipo de médicos del orfanato. -La chica se levantó de un salto.
-¿¡Qué!?
-Nos arriesgábamos a que nos encontraran y tuvimos que alejarnos y escondernos.
-Espera, ¡no! -Exclamó, tratando de interrumpirle, pero el chico no dejaba de hablar.
-Sin embargo, Steve continuó viéndote a pesar de que le rogamos que te dejara para que no nos pusiera en peligros.
-¡Basta! -Chilló.
-Una vez que realizó la ilusión para que dejaras a tus padres, huimos lo más lejos posible y conseguimos vivir de manera humana durante un tiempo, hasta que empezaron a buscarte. Fue entonces cuando Kevin se separó de Angelica, Jessica desapareció y se aisló en su propio mundo, y yo tuve que recluirme aquí...
-¡Ya basta! -Gritó, furiosa.- No te consiento que hables así de mi familia. Mis padres eran médicos, sí, en un hospital, ayudaban a las personas. ¡Yo lo vi! Fui a visitarles y no eran monstruos.
-Una tapadera. -Cortó el chico sin levantar la voz, crispando aún más a la chica.
-Mis padres no son quienes dices, eran buenas personas y les echo de menos cada día. -Replicó, apretando los puños y acercándose a él.- No les conoces así que no hables de ellos así. -Alzó un dedo y le apuntó.- Y Steve no me hizo ninguna ilusión, fue decisión mía. Yo decidí irme de casa para estar con él. -Le miró con una chispa de repugnancia en los ojos.- Eres un mentiroso.
La falta de respeto de la muchacha llevó su paciencia a límites insospechados. Por lo general, G-Host era tranquilo y sereno, pero en aquel momento estaba a punto de perder los nervios.
-Di lo que quieras, por mí puedes seguir creyendo esa sarta de bobadas, pero no cambiará el hecho de que sean unos desalmados y unos rastreros, capaces de hacer daño a niños pequeños.
-Eres un cerdo. -Se dispuso a darle un bofetón en la mejilla derecha pero el chico, previendo el golpe, pues su tatuaje estaba iluminado, le agarró la mano y la retorció a su espalda mientras le cogía el otro brazo con la mano restante.
-Tus queridos padres son los causantes de todo nuestro dolor, son quienes organizaron esta cacería y serán los primeros a quien mate cuando vaya a liberar a mi amigos. -Acercó su rostro al oído de la chica mientras ésta se retorcía.- Y ten por seguro Ellie... que si te cruzas en mi camino te mataré y a tu novio también. -Aumentó la presión en sus brazos.- Ahora miraré por mis intereses, no por los de un necio y una cría.
Le soltó de pronto y Ellie cayó al suelo de bruces, G-Host pasó por su lado sin dirigirle la mirada y se metió en su estudio, cerrando por dentro la estancia. El chico se apoyó en su escritorio y respiró hondo varias veces cuando, soltando un quejido de dolor, se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos.
"Jessica y Kevin estaban encadenados de manos y tobillos, ambos llevaban electrodos en el pecho y la cabeza. La chica tenía el terror grabado en la mirada y Kevin, tratando de reconfortarla a base de miradas, escondía el suyo tras una falsa tranquilidad. Los médicos hablaban en corro junto a un panel de control que controlaba las ataduras y, también el ritmo cardíaco y los niveles de poder que ambos producían. En la sala apareció una mujer entrada en años. Estaba vestida con un traje de falda, americana de color marrón y llevaba un moño perfectamente peinado, sin dejar que ni un pelo se escapase de él. Su rostro transmitía dureza y amargura, como si nunca pudiera sonreír de forma sincera. Se acercó a los médicos y habló con ellos en voz baja, casi inaudible. La conversación hizo que todos ellos salieran de la sala para dar paso a cinco hombres con trajes, iguales a los que persiguieron a Jessica y Ellie.
-Esto es muy sencillo, mis queridos niños. -Exclamó de repente la mujer, colocándose delante de ellos.- Vosotros me decís donde está G-Host y vuestra nueva amiga y yo os dejo en paz. ¿Qué me decís?
-Púdrete, zorra. -Escupió Jessica casi al momento. La mujer frunció el ceño y miró a uno de los hombres. Éste se acercó a ella y le propinó un puñetazo en el estómago. La bruja gruñó y cerró los ojos,
-Querida, no te he educado para que hables de esa manera tan inapropiada. -Dijo la mujer tranquilamente, acercándose a ella y tomando su rostro con una mano.- Te eduqué para ser una señorita.
-Que te jodan. -Murmuró.
-Siempre, siempre, queriendo ser la niña mala. Muy bien, esto será como en los viejos tiempos. -Se apartó de ella- Drenarla. -Los ojos de Jessica se abrieron de golpe y comenzó a gritar. Kevin alternó la mirada entre su amiga y la mujer.
-¡No! ¡No lo haga! ¡La matarás! -Los hombres cogieron dos grandes cables que conectaban con un tanque de cristal. En el extremo de estos cables había una especie de aguijón con el que atravesaron las muñecas de la chica. La bruja gritó con fuerza ante el dolor. Otro hombre se colocó junto al interruptor que activaría el sistema de drenaje.- ¡Espera! ¡Espera! -Gritó Kevin.- Te lo diré.
-¡No! -Chilló Jessica,- Kevin, no me jodas, no te dejes manipular. -Su amigo la miró, preocupado y ligeramente asustado. Ambos ya habían sido drenados anteriormente, cuando eran pequeños, pero fue un drenaje menor que desapareció en cuanto cumplieron una cierta edad. Ahora, ya siendo adultos, sabían que un drenaje así les podría matar. Si les drenaban el poder que se almacena en su cuerpo les quitarían una parte tan importante de él que morirían casi de inmediato Sin embargo, Jessica no tenía eso en mente, sino la seguridad de sus amigos. Para ella, eran lo primero. La chica cerró los ojos y se preparó, pero Kevin no podía más.
-¡Hay un portal! -La bruja abrió los ojos de golpe y le miró, al igual que la mujer.
-No... -Susurró Jessica.- ¡Cierra la boca!
-¡No pienso permitir que te drenen Jessica! -Exclamó, furioso. La chica guardó silencio pues Kevin, a pesar de ser la persona más tranquila y alegre, cuando se enfadaba daba miedo. El chico miró a la mujer con ojos desafiantes y respiró hondo.- El portal de mi casa conduce al lugar donde G-Host y Ellie se encuentran, sólo se puede abrir con un hechizo de mi propia invención, para realizarlo debéis encontrar el libro grande y verde de la segunda estantería, en la página treinta y dos aparece escrito. -Tragó saliva y observó como el rostro de la mujer se tornaba en una mueca de satisfacción.- Incluso vuestro prototipo de bruja podría ejecutarlo.
La estancia se sumió en el más sepulcral silencio, Kevin mantenía fija la mirada en la mujer y ella en él, ninguno, ni siquiera Jessica, se movió o habló.
-Quitárselo. -Con aquella orden, los secuaces quitaron aquellos aguijones de las muñecas de la muchacha y recogieron los cables, la mujer dio media vuelta y salió de la habitación con los cinco hombres tras ella. El mago y la bruja se quedaron solos.
-No debiste hacerlo .-Susurró Jessica, quién abrió los ojos y le miró.- Les has condenado.
-Creo, querida amiga, que subestimas a nuestro querido G-Host. -Una sonrisa iluminó el rostro de Kevin, era una expresión cómplice que Jessica supo interpretar casi al instante. Ambos sonrieron, olvidando por un momento el mal trago que habían pasado."
G-Host volvió en sí cuando aquella visión se desvaneció de su mente. Estaba arrodillado en el suelo, tirándose ligeramente de los pelos; el chico abrió los ojos y soltó el aire que había contenido. No sabía exactamente cuánto hace que había ocurrido aquella visión, así que debían ser rápidos.
El muchacho se incorporó y fue rápidamente, saliendo del estudio, al salón. Ellie estaba sentada en el suelo, acariciándose la mandíbula cuando G-Host entró de repente.
-¡Recoge tus cosas! -El chico apartó la alfombra para dejar ver una trampilla, la alzó y saltó a su interior.
-¿Por qué? -La chica se acercó, oyendo como él trasteaba allá abajo. La trampilla era el acceso a un sótano secreto, lleno de armas de todo tipo, ropa y bolsas. G-Host preparó tres, en una metió tres fusiles y sus respectivos cargadores, en la segunda algún que otro explosivo y en la tercera ropa y varias pistolas. El chico se arrancó la camisa y se sacó los pantalones para ponerse uno de los trajes negros que había sacado de un pequeño armario. Se calzó las botas militares y cogió las bolsas sin apenas esfuerzo.
Ellie observaba desde el borde de la trampilla, esperando ver al pelirrojo, cuando éste apareció, se apartó y miró con curiosidad y confusión su extraños ropajes.
-¿Aún sigues ahí? He dicho que te muevas. -La chica fijó sus ojos en los del chico, no había ira en ellos, sino preocupación y estrés. Sin rechistar, salió corriendo hacia su habitación y cogió todo lo que pensó que sería necesario. Mientras, el muchacho regresaba a su estudio y cogía el libro, la foto y las llaves del coche. Cuando salió de la estancia, avisó al androide, que vino en un abrir y cerrar de ojos, y le cargó con todo.- Mételo en el coche, llénalo de gasolina y deshazte de todos los aparatos electrónicos que puedan rastrear. -El robot, en silencio, fue a hacer lo ordenado.
La pequeña ilusionista salió de su habitación con el palo en la mano derecha y el gato en la otra. G-Host la miró y se acercó a ella.
-¿Qué ha ocurrido? ¿Has visto algo? -El chico asintió.
-Vienen a por nosotros, debemos salir de aquí lo antes posible. Ya no hay tiempo para que decidas qué hacer, si abandonar a Steve o ir a rescatarle. Iremos a por ellos, hoy mismo. -La chica tragó saliva y abrió la boca para hablar.- Te lo contaré en el coche, ahora, necesito que me hagas un favor. -Hizo una pausa y cogió al gato en brazos.- Debes hacer una ilusión, una muy potente. Crea un clon de nosotros, un clon fiable.
-G-Host... E-eso sólo sabe hacerlo Steve, yo no soy tan buena. Aún no me ha enseñado a hacerlo. -El oráculo se acercó a ella y la tomó del mentón, fijando su mirada en la suya.
-Ellie, ahora necesito que saques todo tu potencial. Llevas en tu interior todo el poder que tiene Steve, sólo tienes que sacarlo a la luz. Confío en ti, Ellie, y tu marido también.
Aquellas palabras alentaron a la chica, pero seguía sin confiar en su poder. Sin embargo, debía intentarlo, por Jess, Kev, Steve y G-Host. Se mordió el labio y apretó el puño sobre el palo de billar. Tomó con la mano libre la de su compañero y cerró los ojos.
Poco a poco, bajo la atenta mirada del muchacho, comenzó a imaginar en su mente la ilusión que debía hacer. Tenía que cuidar cada detalle y, a la vez, hacer que fuera consistente, no debía dejar que se rompieran como siempre pasaba.
Primero lo hizo con ella misma, recreó su imagen en la mente, cada cualidad que poseía. La ilusión era nítida y consistente, así que procedió a imaginarse a G-Host. Su pelo rojo fuego, sus ojos plateados, su tatuaje... Todas sus características comenzaron a dibujar su figura junto a la suya. En un primer momento fue un boceto borroso, después una figura plana que poco a poco fue tomando volumen y consistencia. Sin embargo, en ellas fallaba algo, no eran del todo buenas, eran... demasiado inanimadas.
Las gotas de sudor cubrían la frente de la chica, sintió que su cabeza iba a explotar, que sus manos temblaban y su corazón pronto se le saldría del pecho. Notó un quemazón en la zona del esternón que fue subiendo hacia la sien y se alojó en su frente. Allí, en aquella fina piel, comenzó a dibujarse una palabra, con una luz muy tenue pero que saltaba a la vista: Pandora.
G-Host observó todo aquello con el rostro lleno de preocupación y esperanza, pero cuando sus ojos se dirigieron hacia aquella inscripción, se quedó pálido. Apretó la mano de Ellie y contuvo la respiración. Durante un segundo, recreó en su mente aquella terrorífica imagen que le atormentó en su infancia. Nunca se había fijado o su mente lo había obviado, pero era la misma palabra que tenía la Ellie de su sueño. Toda la visión cobró de pronto sentido, no habían cambiado el futuro, lo habían dirigido por otro camino que conducía al mismo final. G-Host la observó de nuevo. Había cometido el error de pedirla que utilizara los poderes que poseía, incluso los que aún no sabía controlar. Había entreabierto, sin planearlo, la Caja de Pandora, y sabía que pronto se abriría completamente y saldría el mal que contenía.
La chica cayó a suelo de rodillas y tomó aire, el muchacho la sujetó y volvió a ponerla de pie. La inscripción había desaparecido. Ella tomó aire y abrió los ojos para observar su creación. Enfrente de ellos, mirándoles fijamente, sus dobles estaban esperando sus órdenes.
-Actuad como lo haríamos nosotros. -Ambos asintieron, La ilusión de Ellie se fue al sofá mientras que la de G-Host a la cocina. Ambos pasaban perfectamente por ellos.
Con la ayuda del muchacho, salieron de la casa y montaron en el coche que estaba esperando a la entrada ya cargado y puesto en marcha. Subieron a él, G-Host en el asiento del conductor y Ellie en la parte trasera para poder cambiarse de ropa y ponerse un traje parecido al que llevaba G-Host. Después, se colocó en la parte delantera, se abrochó el cinturón y respiró hondo. Se notaba cansada, los músculos le pesaban y tenía la boca seca.
-Ha sido una ilusión perfecta, Steve se sentiría orgulloso.
-¿Para qué querías que la hiciera? -Preguntó en un susurro.
-Vi a Kevin y a Jessica en una visión, Kev les dijo donde encontrarnos a través del portal de su casa. -La chica giró la cabeza hacia él, sorprendida por el chivatazo de su supuesto amigo, sin embargo, el chico sonreía.- Ha sido una buenísima estrategia, Kev sabía que llevaba controlando su situación mucho tiempo así que pensó en cómo facilitarnos la entrada. Sabía que tardarían más de una hora en llegar a su casa y realizar el conjuro, tiempo suficiente para poder escapar y ganarles terreno. Sin embargo, debíamos tener en cuenta que ellos también poseen a una oráculo que nos vigila, En la casa contrarrestaba sus intentos de espionaje pero cuando nos moviéramos no podría, así que si intentase observar la casa mientras venían a por nosotros y no nos viera, sabría que estaríamos de camino. Por eso te pedí las ilusiones, si la hacemos creer que seguimos allí, irán decididamente a por nosotros. -Soltó una carcajada, parecía excitado.- Iremos a un pequeño refugio muy cerca de su base, así lo prepararemos todo antes de ir a por los demás.
Su plan era realmente bueno, si salía bien ganarían mucho tiempo y Ellie confiaba en que sus ilusiones fueran los suficientemente buenas como para aguantar mucho tiempo activas, sin embargo, sabía que se iría quedando sin fuerzas.
El viaje en coche fue rápido, G-Host conducía a toda velocidad por las carreteras sin cruzar palabra con Ellie o con el androide que se mantenía estático en el asiento trasero. Y así, en silencio, llegaron a su destino.
Dos coches negros llegaron a la casa de Kevin, de ellos salieron los hombres, la mujer y las dos clones de Ellie. La mujer siguió las indicaciones que le había dicho Kevin en la sala del Centro y encontró el libro en una de las grandes estanterías de la sala de estar. La morada estaba ligeramente en ruinas y tuvo que esquivar escombros para poder alcanzarla. Con el conjuro ya en la mano, ella y las clones bajaron al sótano para realizar el portal. Sin embargo, un intento tras otro fueron fallando. La mujer comenzaba a desquiciarse hasta el punto de querer llamar al Centro para que torturaran a ese mentiroso malnacido, pero, teniendo ya marcado el número, observó una tenue luz recorriendo la unión de las piedras que constituían la pared. El portal se abrió con un intenso resplandor, cegándoles por un segundo. Cuando su intensidad disminuyó, la mujer sonrió con satisfacción.
-Bueno chico, Kev, siempre tan... servicial. -Dio un paso al frente y lo cruzó.
Habían dejado el coche en un parking cualquiera y caminaban entre callejones. G-Host se movía con sigilo seguido del androide y Ellie, hasta llegar a un edificio ruinoso en el que entraron por la puerta trasera. Su interior parecía el de la típica película de terror, pero el muchacho parecía acostumbrado, ya que atravesó la oscuridad que le envolvía de manera decidida. Llegaron hasta unas escaleras descendentes de estabilidad dudosa y bajaron por ellas, tratando de no hacer mucho ruido. Al llegar, tomaron un estrecho pasillo a la derecha hasta toparse con una puerta en donde había colgado un cartel de "Alto voltaje". Sin pararse a reflexionar un segundo sobre los peligros de entrar en un cuarto como ese, G-Host pasó a su interior y levantó la trampilla que había junto al transformador. Los tres bajaron por las escaleras y cerraron la trampilla. El chico encendió las luces y una larga sala apareció ante los ojos de la chica. Ésta, más que una sala de mantenimiento de la fábrica, parecía una base militar. Tenía una mesa redonda llena de papeles, sillas alrededor de ésta, pizarras y planos por las paredes y pantallas de ordenador para controlar el sistema de vigilancia de a saber donde. G-Host dejó las bolsas en el suelo y conectó las pantallas. En ellas aparecieron una serie de galerías parecidas a alcantarillas, estaban oscuras y sólo se podían ver con la visión nocturna de la cámara. La cuarta pantalla se mantuvo apagada.
-Alfa, intenta hackear el sistema de vigilancia sin que te rastreen. -El androide pasó a su lado y comenzó a trabajar. El chico se giró hacia Ellie.- Esto era nuestro primer refugio, está comunicado con el orfanato a través de las galerías subterráneas que constituyen las alcantarillas de la ciudad. Entraremos a través de ellas, pero antes hay que equiparte. Allí dentro no sólo hay médicos y clones tuyos, sino también seguridad con armas de fuego, así que te enseñaré a disparar mientras Alfa trabaja.
-Steve me enseñó. -Intervino la chica.- No hace mucho, era por si acaso.
-Menos mal.
Mientras el robot trataba de adentrarse en la red de vigilancia del orfanato, G-Host y Ellie trabajaron los planos del edificio para que no hubiera ninguna duda durante el asalto. Debían ser rápidos y discretos, su prioridad era salvar a Steve, Jessica y Kevin, no involucrarse en una lucha. Cuando el androide consiguió acceder, pudieron observar en qué salas se encontraba cada uno. Kevin y Jessica estaban encadenados en la misma sala, sin embargo, Steve estaba aislado. Ellie abrió los ojos y éstos se llenaron de lágrimas al ver a su amado en aquellas condiciones. El pobre muchacho estaba en un tanque, con un montón de tubos conectados a su piel, tenía una máscara que le proporcionaba oxígeno y le tapaba el rostro entero. G-Host le puso la mano en el hombro.
-Pronto le tendrás a tu lado.
Con aquellas palabras aún en el aire, ambos se equiparon con sus respectivas armas pero sin cargar mucho peso y dejaron las armas más pesadas al androide que les iba a acompañar. Cuando estuvieron listos, Ellie cogió el palo y siguió a G-Host al interior de las galerías, oyendo tras ellas los leves pasos del gato que, por supuesto, no se iba a separar de la chica.
Y así, ambos comenzaron la misión más difícil que iban a emprender en la vida, de momento, tenían el tiempo y la suerte de su parte, pero aquella situación podría cambiar en cualquier momento.
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