Es el tercer traslado desde que mi padre se fue de misión a Siria. Le llamaron en medio de la cena, preparó el petate, nos dio un beso a cada una y salió hacia el coche que le esperaba aparcado en la calle. Una semana más tarde, mi madre fue trasladada a una ciudad del centro del Estado.
El viaje fue largo y cansado, el paisaje cambiaba a un ambiente más frío y nublado, nada comparable con lo soleado que siempre estaba mi antigua ciudad. El lugar era pequeño, en donde estaban edificadas más zonas residenciales que grandes superficies comerciales, por lo menos eso fue lo que vi a través de la ventanilla del coche.
Después de haber ido a la sede de la empresa de mi madre en la ciudad y de que nos hubiesen dado la llave del nuevo piso, pues nos cedían una vivienda provisional, comenzamos a instalarnos. Desempaquetamos todas las cajas, colocamos casi toda la casa y enviamos un e-mail a mi padre para darle la dirección y las noticias del día. Más tarde, mi madre se puso con el papeleo de la matrícula para la nueva escuela a la que asistiría en varios días y yo decidí retirarme a mi cuarto, estaba cansada.
Una vez dentro, y con la puerta cerrada, me encaminé a la cama y me tumbé en ella mirando fijamente el techo. El hecho de ir al instituto no me agradaba nada, siempre había tenido que soportar el acoso de los compañeros y las palabras de desprecio que me brindaban sin haber hecho nada. Así, que nunca he tenido amigos. Prefiero ocultarme, desaparecer entre la gente y no llamar la atención, pero esto último es imposible. Padezco heterocromía, es decir, poseo un ojo de cada color, el izquierdo es de color azul y el derecho marrón. Por eso la gente se me queda mirando y apuntándome como un bicho raro, otros se compadecen pues viviré menos que una persona normal. Sin embargo eso no es lo que más me duele, sino el hecho de que sean tan superficiales como para no juntarse conmigo por mi problema. Muchos me dijeron bicho, otros engendro, otros decían que era un conejillo de indias de algún laboratorio, y así ha sido desde que entré en primaria.
Sacudí la cabeza para apartarme las nuevas burlas que sufriría en esta nueva escuela y me di la vuelta, abrazándome a la almohada. Todavía tenia unos días para inventarme cualquier excusa y no ir. Tenia tiempo de sobra. Pero no fue así.
El nuevo instituto era de aspecto antiguo por fuera, con jardines y arbustos frondosos alrededor y un campo de fútbol con pistas de atletismo alrededor de este. En el interior los estudiantes entraban en las clases y charlaban en los pasillos, los cuales estaban decorados de manera más moderna que el exterior.
Un chico, con una media melena negra y un flequillo sobre el ojo derecho, el cual era de color marrón, permanecía en silencio mirando por la ventana, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón del uniforme y con la camisa de este remangada hasta los codos.
-¡Jake!-Se oyó gritar en el otro extremo del pasillo. El moreno giró el rostro hacia donde provenía la voz. Un chico rubio, con el cabello de punta y los ojos verdes se abría paso entre la gente hasta estar a la altura de su amigo- Por fin te encuentro, tío. - Apartó la mirada de él y observó a dos chicas pasar junto a ellos. Llevaban su uniforme puesto, una combinación de camisa, jersey de punto y falda de tablas. Ellas se fijaron en Jake, el cual les brindó una sonrisa ladeada. Las chicas rieron nerviosas, se mordieron el labio y se fueron cuchicheando sobre lo guapo y sexy que era. El rubio le empujó y se cruzó de brazos.
-¿Cómo lo haces? Te llevas a todas, eres un imán para ellas o algo así. Te comportas como un auténtico capullo, ¡pero siguen detrás tuyo! ¡Déjame alguna! ¡Acaparador! -Jake comenzó a reír y apoyó una mano en el hombro de su amigo.
- Mark, los dos sabemos que realmente no te quieres liar con ninguna otra que no sea Adrienne, por mucho que digas que no.- Mark le apartó la mano, molesto.
-Si hombre. ¿Yo con esa empollona? Ni de coña, yo paso de ella. Que se vaya con sus libros- Bufó y se rascó la nuca- Bueno, cambiando de tema. ¿Has visto a la alumna nueva de 1º A? -Este negó con la cabeza, confundido.
- ¿Alumna nueva? No, ¿por?
-¡Dicen que es rara! Yo no la he visto, pero se lo oí decir a una chica de nuestra clase, al parecer tiene algún tipo de defecto que tiene a casi todo el instituto revolucionado. ¿Vamos a verla?
-No me parece lo más apropiado, además la profesora llegará en nada y ya sabes co.. -Sin dejar que terminase la frase, Mark le agarró del brazo y tiró de él hacia la planta de abajo, en donde se encontraban los de primero. Bajaron precipitadamente las escaleras y se colaron entre la gente hasta la puerta de la clase de 1º A, sin embargo, no vieron a nadie fuera de lo normal.
Salí del baño y caminé hacia la clase en silencio. Todos murmuraban a mi paso. “Rara” era el adjetivo con el que más me estaban calificando, a cada paso que daba ya había varios grupos de personas susurrando aquello. Al llegar a la puerta, unos chicos impedían que entrase. Alcé el rostro hacia ellos.
-Con permiso – Dije antes de apartar al moreno para pasar. Este se giró bruscamente y clavó la mirada en mi, se la devolví de reojo, pero lo suficiente como para que viese mis ojos. Su rostro se cubrió de sorpresa, mientras que yo me dirigía a mi asiento, con las mejillas levemente sonrojadas.
El resto del día fue pesado y largo, así que desee que se acabasen de una vez las clases. Al tocar el timbre de salida, recogí los libros y me colgué la mochila al hombro. Fui por los pasillos hasta la salida.
-Eh, Mark. Luego nos vemos- Ambos chicos bajaban por las escaleras. El moreno cogió su mochila y salió rápidamente en mi dirección, comenzando a caminar a mi lado. Me miró desde su altura, se rascó la nuca -Hola, ¿eres nueva verdad? - No respondí. Seguí andando. -Siento no haberte saludado antes, no me di cuenta, perdona. Me llamo Jake
Me paré en seco y le contemplé. Era realmente guapo pero eso no era suficiente para que yo me ablandase. Me crucé de brazos y le miré directamente a los ojos, con el ceño fruncido.
-¿Qué no te diste cuenta? -Chasqué la lengua, molesta- ¡No! ¡Qué va! ¡Solo me miraste como si fuese un bicho raro! -Exclamé. Agarré con fuerza el asa de la mochila y volví ha andar en dirección a mi casa. El chico fue detrás mío.
-¡Eh! Espera, no era mi intención ofenderte. Es que...nunca, había visto eso.. Perdóname.
-Olvídame ¿quieres? -Y sin mirar atrás seguí andando.
El chico ya no fue detrás mío, supuse que se iría a su casa y me dejaría en paz. Sin embargo, los días siguientes trató de hablar conmigo, me invitó a ir con él y sus amigos, me sonreía y intentaba hablarme, pero no cedí, no quiero tener contacto con nadie tan superficial como él. Seré nueva, pero ya he oído los rumores que hay. Por eso quiero olvidarme y estudiar, aunque, no me lo quito de la cabeza.
-¿Por qué pierdes el tiempo con ella?-Le preguntó Mark, curioso, mientras daba un sorbo de la lata de Coca-Cola- Tienes a un montón de chicas detrás tuyo. Olvídate de esa.
-Mark, no lo entiendes, no es como las demás. No es fácil, pero quiero esforzarme con ella. Me gusta de verdad -Se dejó caer en el banco en donde estaban y miró hacia el cielo. Mark, quien estaba a su lado, le pasó la lata
-La verdad es que no lo entiendo, ¡ella pasa de ti!.
-¡Por eso es especial! -Le miró haciendo aspavientos con los brazos- ¡No se deja conquistar fácilmente! Me gusta su carácter.
-Es una chica rara Jake, una borde, y además tienes esos ojos... Nadie se quiere juntar con ella. -Jake se puso de pie y miró a su amigo serio.
-Puede que sea rara y borde porque nadie se quiere juntar con ella, puede que tenga los
ojos raros, pero me gustan. Me voy a buscarla y a demostrarla que no soy ningún superficial como tú -Dio media vuelta y se marchó.
No se volvieron a hablar en varios días, seguían yendo juntos pero a la mínima oportunidad que tenía Jake de acercarse a mi, dejaba de lado a los demás. Puede que estuviese cambiando, me he fijado en él las últimas semanas, antes, según oí, miraba a todas las chicas, las sonreía y coqueteaba con ellas. Ahora, todas las que estaban detrás suyo me odiaban, decían que se lo quería robar y a mi ni siquiera me gustaba.
Era viernes, las clases habían llegado a su fin y todo el mundo se dirigía a sus casas, acordando los planes que harían esa tarde. Salí por la puerta principal y me quedé parada. A unos cuantos metros de mí se encontraban los amigos de Jake, el moreno hablaba con una chica. Fruncí el ceño. Estaban muy cerca, parecía que susurraban. Aparté la mirada y empecé a andar. Mark se acercó a Jake, le dio un codazo y le hizo mirar en mi dirección.
- Gracias -Le sonrió, agradecido- Perdona, tengo que irme-Se separó de la chica y salió detrás de mi rápidamente pues no quería perderme de vista. Llegó a mi lado y comenzó a andar a mi ritmo, para no adelantarme- Hola. ¿Tienes planes para esta tarde?- Preguntó con una gran sonrisa.
Traté de no mirarle mientras andábamos pero mis mejillas estaban rojas. ¿Vergüenza? ¿Rabia? Sentía ambas. ¿Qué se estarían diciendo antes? ¿Por qué estaban tan cerca? Sacudí la cabeza y miré hacia el frente, inexpresiva.
- Quedarme en casa, aún hay muchas cajas que recoger de la mudanza.
- Entonces podría ayudarte, así terminas pronto y vienes al Puolue, una discoteca nueva que han abierto, dicen que está muy bien.- Me miró sonriendo. Sentía los hombros tensos y luchaba contra el impulso de mirarle a los ojos.
- No, gracias, no necesito ayuda. Además, no creo que salga. Me voy a quedar en casa. Ya si eso en otra ocasión.
-¿No hay nada que pueda hacer para convencerte de que vengas?-Nos paramos en la calle que daba acceso hasta el bloque de pisos donde residía. Me giré para contestarle que no, pero se había acercado bastante a mi, podía oler el aroma de su colonia. Me brindaba una adorable sonrisa y sus ojos me miraban con dulzura. Las mejillas se me pusieron rojas, sentí el calor en la cara y las palabras se me atragantaron.- Por favor, ven.
Comencé a negar rápidamente con la cabeza y di varios pasos hacia atrás.
-No, gracias.-Me giré para irme. Jake me cogió del brazo, me quedé quieta.
-Espera- Sacó un papel y me lo puso en la mano- Si cambias de opinión, llámame.
Observé el número que había escrito y alcé los ojos hacia el chico. Jake se dispuso a marcharse, no sin antes despedirse de mi con la mano. Di media vuelta y me fui a casa.
Observé la hora desde el sillón. Las diez y media. Miré de reojo el móvil que tenía sobre la mesa y el papel con el número de Jake. No iba a llamarle. ¿Para qué? Iba a estar con gente que me despreciaba. Lo pasaría mal. Así que, me acomodé en el sillón y me quedé viendo una película de Indiana Jones.
Al cabo de un rato, la tripa comenzó a rugir. No había comido nada desde que había llegado del instituto. Me levanté y fui a la cocina para ver si había algo para comer pero no había casi nada, a mi madre se le habría vuelto a olvidar hacer la compra. Fui a mi cuarto y me vestí con unos vaqueros, un jersey y una chaqueta vaquera. Cogí las llaves, el móvil y, sin saber por qué, me guardé el papel en el bolsillo.
Las calles cercanas a mi barrio estaban vacías. Los jóvenes irían al centro, donde estaban los bares, los centros comerciales y las discotecas de moda de la ciudad. Las tiendas de alimentación cercanas estaban cerradas así que me adentré en algunos barrios un poco marginales. Metí las manos en los bolsillos de la chaqueta y miré al suelo mientras andaba. Por fin, encontré un ultramarinos que estaba a punto de cerrar. Entré y compré unas pizza y unas latas de Coca-Cola. Pagué y me fui.
En el camino de vuelta comencé a oír barullo detrás de mí. Miré de reojo. Había tres chicos, con pantalones anchos, camisetas largas y de manga corta, y el pelo rapado al cero. Parecía que iban borrachos o drogados. Apreté el paso, pero por más que lo intenté, no dejaban de ir detrás de mi y cada vez se acercaban más. Saqué el móvil y marqué el número de mi madre. Comunicando. Seguramente estuviese aún trabajando. Me mordí el labio, nerviosa y pensé en qué hacer. Ya no había tiendas abiertas en las que estar hasta que se fueran. Estaba sola. Volví a meter las manos en los bolsillos y noté el rugoso papel. Lo saqué y lo observé. Esa era la única opción. Marqué el número y esperé, esperanzada, a que lo cogiese.
-¿Si?-La música de fondo, los gritos y risas de la gente ahogaban la voz de Jake, pero se le podía entender.
-Soy Gaia. -Dije claramente para que me entendiese bien.- Te necesito.
-¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?-Su voz se elevó sobre la música y percibí la preocupación que tenía.
-E-estoy bien. Pero..me están siguiendo. Son tres chicos. Llevan detrás de mi mucho rato pero no puedo darles esquinazo.
-¿¡Dónde estás!?
Observé el nombre de la calle y respiré hondo, mirando hacia atrás de reojo. Los chicos, seguían ahí, acercándose cada vez más.
-En West Road. A unas dos manzanas de mi casa. Ven por favor.-Solté un pequeño grito al sentir que me agarraban de los hombros. Dejé caer el móvil y me giré hacia ellos. Tenían coloretes y unas sonrisas nerviosas, además, tenían las pupilas más dilatadas de lo normal. Traté de soltarme de ellos. A uno, le pegué un golpe en la mejilla con la bolsa y a otro un rodillazo. Me quité la chaqueta, que era por donde me agarraban y salí corriendo. Crucé otra calle. Uno de ellos me agarró de un brazo y tiró hacia atrás. Caí al suelo y empecé a patalear para soltarme de sus manos, las que me agarraban la ropa y tiraban de ella. Sentí como la costura del hombro se descosía y dejaba al descubierto mi pálida piel. Grité que parasen, que me dejasen en paz, pero como contestación recibí risas. Cerré los ojos y comencé a pegar golpes al aire para apartarles.
-¡Eh! ¡Soltadla!-La voz de Jake me hizo abrir los ojos. Le miré asustada. Llegó corriendo y empujó a uno de ellos, el cual cayó al suelo. El otro me soltó y me alejé. Jake le pegó un fuerte puñetazo en la boca. Los cuatro se enzarzaron en una pelea hasta que las lejanas sirenas de la policía les espantaron. Jake se acercó a mi y me levantó. Tenía la cara magullada, le sangraba la ceja y los nudillos estaban despellejados. Me cogió de la mano y salimos corriendo, en absoluto silencio, hasta mi casa. Subimos en el ascensor y le dejé pasar mientras cerraba la puerta con llave. Me fui girando lentamente cuando noté como los brazos del chico me rodeaban y me apretaban contra su cuerpo. Me quedé quieta.
-Lo siento, perdóname, debí de llegar antes.- Se separó cogiéndome de los hombros y observando el roto que me habían hecho.
-Tu no tienes la culpa-Dije de manera seca y le cogí las manos. Fuimos al salón y le senté en el sillón. Saqué el botiquín y, a pesar de sus comentarios contrarios a que le curase, lo hice. Una vez curado, me eché hacia atrás, apoyándome en el respaldo. Jake me miró preocupado y acarició con los dedos el roto de mi hombro. Giré el rostro hacia él y le observé, ligeramente ruborizada.
-Pensé que no vendrías-Susurré. Sus ojos se abrieron por la sorpresa, pero después sonrió con ternura.-No después de como he sido contigo...
-Si hubieses pensado eso no me habrías llamado ¿no?-Sus dedos acariciaron la tela rota-Además, no me importa. Tienes un carácter fuerte e independiente y eso me gusta.
Nuestras miradas se cruzaron durante un segundo, sus ojos me observaban, estaba tranquilo. Noté como poco a poco se acercaba a mi. Deslizó su mano hasta rozar la mía. La otra seguía acariciando mi hombro.
-No podía dejar que unos bastardos como ellos te hiciesen algo... -Susurró- Debí haber llegado antes.- Apartó la mirada de mi y se puso la cabeza entre las manos. Solté el aire que había retenido y me incorporé-Podría haber evitado que te hubiesen tocado...
-Jake, no pasa nada.-Apoyé la mano en su hombro y le miré- Estoy bien y tu también, ya ha pasado.
-¿Y si llega a pasar?-Se giró hacia mí y me agarró de los hombros-¡Si hubiese tardado menos no se habrían ni acercado! Si hubiese tardado más...no quiero imaginarme las cosas que te habrían hecho, y eso no podría soportarlo.
-¿Por qué?
-Porque no pueden hacerte daño...-Su mirada estaba llena de sinceridad- A ti no.
Le miré frunciendo el ceño sin comprender sus palabras. Me conocía desde que había llegado e iba ha hacer un mes de ello.
-¿Por qué?-Pregunté de nuevo.
-Porque te quiero -Entonces me besó.
Al principio estuve tensa, mi boca se quedó quieta pero sus labios eran suaves y dulces. Poco a poco, me fui relajando y dejándome llevar. Cerré los ojos, alcé las manos y las enterré en su espeso cabello. Sus manos rodeaban mi cuerpo, como protegiéndome. Ambos perdimos la noción del tiempo, solo estábamos los dos. Los besos eran infinitos y no nos preocupamos de nada más. Ahora mismo solo estaba Jake, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, siempre habría creído que el primer beso sería una mezcla de nerviosismo e inexperiencia pero aquello era totalmente diferente.
Al cabo de unos minutos nos separamos. Ambos estábamos nerviosos. Me mordí el labio. Era tarde, cerca de la media noche. Jake decidió irse a casa, me dio un beso en la mejilla y se fue. Me fui a la cama, me puse el pijama y me tumbé, pero el sueño no acudía a mi. Mi mente estaba ocupada solo por una persona: Jake. ¿Cómo me podía gustar en tan poco tiempo? Pero, lo más importante, ¿cómo puede..quererme? Cerré los ojos, dejé la mente en blanco y me dormí.
Los días siguientes fueron algo raros. Apenas nos hablamos, evitaba encontrarme con él a solas, le saludaba y esas cosas, pero no me paraba a hablar con él. El beso estaba todavía presente en mi cabeza y cada vez que Jake se acercaba a mi, me ponía nerviosa. No era muy maduro hacer eso, pero no estaba acostumbrada a esas situaciones. Nunca me había gustado nadie y el beso que me dio fue mi primero.
Jake estaba apoyado en la valla de piedra que rodeaba el instituto mirando fijamente al suelo en silencio. Tenía las manos metidas en los bolsillos y la mochila en el suelo. Oyó unos pasos que se acercaban a él, levantó la mirada esperanzado de ver a Gaia, sin embargo, era Mark quien se acercaba. Apartó la mirada de él.
-¡Eh, Jake! ¿Cómo estas? Pareces distante- Se puso a su lado y le miró, con los brazos en jarras- Esa chica te ha vuelto a rechazar ¿verdad? -Le puso la mano en el hombro y rió- ¡Esto es nuevo para ti! -Jake le apartó la mano, frunciendo el ceño cabreado.
-Cállate, si no tienes nada más inteligente que decirme por favor, vete. -Mark asintió con la cabeza.
- La verdad es que sí venía ha decirte algo.
-¿A sí? ¿El qué? -Esbozó una sonrisa y se rascó la nuca.
-Gracias.-Jake se quedó confundido, no sabía por que decía aquello.- Estuve pensando en lo que dijiste, tenías razón. Soy un superficial, pero ¡he cambiado! -Sonrió lleno de orgullo- Me he dado cuenta que no podemos ser así, que el físico no lo es todo. Y por eso te lo agradezco tanto.
-¡Mark! ¡Ya estoy! ¿Nos vamos?-Gritó una chica pelirroja desde la puerta de salida.El chico asintió.
- ¡Si! ¡Ya voy!-Miró otra vez a su amigo-Traté de aparentar que no me gustaba por lo que pudiesen decir de mi, pero ahora, me da igual, solo quiero estar con ella. Gracias, amigo. Espero que te vaya bien con Gaia -Le dio una palmada en el hombro y salió corriendo para reunirse con la chica.
Jake se quedó esperando, los minutos pasaban y no aparecía. Estaba nervioso, ¿dónde podía estar? Empezó a caminar alrededor de la escuela rápidamente para ver si la encontraba, pero no tuvo suerte. Rendido y cansado de esperar, se dispuso a irse hacia su casa, cuando oyó su voz muy cerca. Se dirigió hacia allí.
Se paró en seco al ver la escena. Estaba andando por el medio del parque hablando con un chico. Jake se acercó hasta nosotros y me agarró de los hombros, fijando la mirada en el muchacho.
-Creo que no nos conocemos. -Sorprendida, alcé la mirada hacia él y me aparté.
-Es mi primo. -Contesté. Fruncí el ceño y vi como se empezaba a relajar.
-Perdón. -Bajó los ojos hasta encontrar mi mirada, ¿podemos hablar? -Asentí.
Nos fuimos unos metros de donde estaba mi primo. Se pasó una mano por el pelo y comenzó a hablar.
-Lo siento, me he dejado llevar.
-¿Por qué te has puesto así? -Pregunté.
-Porque tengo miedo de que te hagan daño, desde aquella noche es una necesidad saber que estás bien. Tengo demasiado miedo a perderte -Abrí la boca para contestar a aquello, pero antes de poder hacerlo me cogió de los hombros, acercó su rostro al mio y me besó, como aquella noche. Yo me quedé quieta, sorprendida por aquella reacción, pero dejé que lo hiciese. Se separó al cabo de unos instantes y me sostuvo el rostro entre sus manos. Me quedé atónita, mis palabras no querían salir de mi boca, tampoco sabría que decir en aquel momento. Sin embargo, fue Jake quien habló por mi. -No puedo dejar que nadie se acerque a ti, no desde aquella noche. Tu rostro, tus labios, están siempre en mi mente y no voy a dejar que nadie me quite lo que es mio. No quiero que esos ojos tan preciosos que tienes miren a otras personas como me gustaría que me mirasen a mi-Volvió a posar sus labios en los míos antes de que pudiese hablar. Las palabras me habían conmovido. Cerré los ojos, apoyé las manos en sus hombros y me dejé llevar como aquella noche.
Era feliz estando al lado de Jake y nunca había sentido nada igual. Su presencia me alegraba los días más negros y me hacía sonreír incluso cuando pensase que no volvería hacerlo. Me ha enseñado que la vida no puede vivirse sola, que necesitas apoyarte en los demás de vez en cuando y sus amigos me han demostrado que tiene razón. Ahora salgo algunos días con ellos, me divierto y me siento bien en su compañía. Creo que también Jake ha aprendido algo, sabe que no debe juzgar a la gente por los rumores o por las apariencias, sino valorarle por lo que realmente es. Aprendió a olvidarse de lo exterior y a centrarse en lo interior, en lo que realmente cuenta y así, ambos somos mejores personas, exactamente como deberían ser todas las personas.
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