Shenia abrió los ojos. La habitación estaba a oscuras, no había ni una pizca que luz que atravesase las gruesas cortinas que cubrían las ventanas. La estancia estaba en un silencio sepulcral. La princesa se fue incorporando lentamente tratando de no hacer ruido, por si Glaiss se había dormido, pero miró hacia donde debería estar, pero no era capaz de recortar su silueta en la oscuridad.
-Glaiss se fue hace una hora pero no te preocupes, le sustituí yo. -La voz de Asch procedía de algún rincón de la habitación. Su figura andaba hacia las pesadas cortinas y las corría para que dejase entrar la luz cálida del atardecer. Sus ojos se quedaron mirando a través de los cristales, observando su reino todavía en construcción. Un instante después se separó y se sentó en la cama, cerca de Shenia. Alzó la mano y acarició su pálida mejilla- Te movías mucho ¿tenías pesadillas? Me tenías preocupado, no sabía si despertarte o no. ¿Qué soñaste? -.
La muchacha se quedó callada tratando de recordar. No sentía ni miedo, ni tenía el corazón alterado por ninguna pesadilla, así que de entrada supuso que no la recordaba. Sin embargo, su mente comenzó a formar una imagen. La imagen de Anouk con los ojos rojos. Tuvo un escalofrío. Miró hacia la preocupada mirada de su amado, seguramente él lo interpretase sólo como un sueño pero ella sabía que era algo más. Por esa razón, decidió sonreír y encogerse de hombros.- No me acuerdo.
Asch le sostuvo la mirada durante un leve instante, se inclinó hacia ella y le besó en la frente, para despues mirarla con una sonrisa- Esta bien -Se levantó- Nos esperan para cenar, tienes un vestido nuevo que espero que te guste, ahí, en el diván. Te espero fuera - Dicho eso, salió cerrando la puerta.
La princesa se levantó de la cama y se acercó al vestido que le había dejado, lo cogió y lo extendió, haciendo que la tela cayese en pliegues hacia el suelo. Una leve, pero tímida sonrisa, apareció en su rostro. Se giró y se dirigió hacia el biombo de la habitación cuando entraron Aleshia y Nicolette
Asch estaba apoyado en la pared junto a la puerta, de brazos cruzados y observando el suelo, cuando oyó como abrían la puerta, se irguió y observó a su prometida enfundada en aquel precioso vestido de color morado, como las banderas de Husmacia, con detalles de hilo dorado y bonito estampado en la parte del pecho, el cual estaba realzado por el corsé. El príncipe tragó saliva y sonrió lo más normal que pudo. Tendió el brazo hacia ella y esta se agarró a él.
Ambos llegaron al comedor, en él había una larga mesa de madera, de la cual solo estaban ocupados dos asientos. La cubertería era de plata de alta calidad, y en los mangos tenían grabado una "G". Los platos estaban vacíos pero las copas a rebosar de vino tinto. Sólo había en medio de los cuatro platos que estaban puestos, una gran fuente de fruta. Drank y Glaiss estaba sentados, uno en frente del otro, charlando entre ellos con alegría. Cuando los prometidos entraron, ambos les miraron y Glaiss levantó su copa.
-¡La bella durmiente ha despertado! ¡Buenas tardes princesa! -Pegó un sorbo.
-¿Ahora te das a la bebida? Pensé que los elfos no probaban el néctar del diablo
-Todo el mundo debe apreciar el sabor de un buen vino, Asch.-.
Los dos tomaron asiento, Shenia entre Asch y Drank, y Asch junto a Glaiss. Los sirvientes comenzaron a llegar con las bandejas de comida en las manos, tapadas por una tapa semicircular.
-Para probarlo tendrás que dejarnos un poco, ¿no, Glaiss? -Drank y Asch rieron ante aquel ingenioso comentario de la princesa. El peliblanco le puso mala cara, pero en seguida soltó una carcajada.
La comida fue servida, el humeante pato asado con verduras y patatas, además de abundante salsa, abría el apetito de los cuatro, así que en seguida, se pusieron a ello, aunque siempre, con educación y buenas maneras.
La cena era muy amena, el humano propuso que le diese permiso para celebrar en su reino el cumpleaños del elfo mientras también organizaban la que sería una fiesta conmemorativa a la reconquista de Guniver. Glaiss aceptó, añadiendo que eso era un idea excelente, pero que los músicos vendrían de su reino.
Shenia les miraba a ambos con una sonrisa mientras jugueteaba con una verdura, bañándola una y otra vez en la salsa. Drank le pegó un leve codazo e hizo un movimiento de cabeza.
-No tengo hambre -Se encogió de hombros mientras el nefilim la pasaba la mano por la cabeza.
-No te nos quedes en los huesos -El comentario hizo que su prometido la mirase y el peliblanco también. Ella les sonrió y empezó a comer hasta que la atención sobre ella desapareció, ahora simplemente, Asch se reía de Glaiss, ya que Nicolette había pasado por delante, acompañada de Aleshia, y había comenzado a tartamudear.
El nefilim también reía, sujetando su copa, para darle un sorbo, cuando fijó sus oscuros ojos marrones en los verdes de la doncella, Aleshia, quien le dedicó una pequeña sonrisa que le producía hoyitos en las mejillas. Aquel gesto provocó que se sonrojase, carraspeó con fuerza y apartó la mirada de ella, como molesto, y dio un largo trago a su bebida. Shenia le observó callada, pero pronto sus ojos vislumbraron la figura de Anouk, quien estaba escondida en una de las puertas laterales, lo cual hacía que pudiese escuchar las conversaciones sin que apenas se le viese. La muchacha sonrió a la princesa, una sonrisa bastante siniestra, y cerró poco a poco la puerta. La princesa bajó la mirada y respiró hondo, notó entonces, que había estado clavándose las uñas en las palmas de las manos hasta hacerse pequeñas heridas.
-¿Shenia? -Se sobresaltó al oír su nombre. La muchacha miró hacia Glaiss, quien la había hablado, pero también los demás tenían los ojos sobre ella. - Te hemos hablado, ¿en qué piensas?
-¿Yo? En nada, será que no he dormido bien -Rió ligeramente- Echo de menos mi cama, supongo.
-Pues tendrás que acostumbrarte ya que vas a pasar bastante tiempo aquí.
-¿Bastante tiempo? ¿Cuánto tendré que estar? -Shenia le observó fijamente. Asch posó los ojos en ella, la risa había desaparecido, ahora su semblante era serio.
-Hasta que vea que estás a salvo.
Ahora el silencio era absoluto. Shenia asintió con la cabeza y volvió a comer, mientras Glaiss y Asch hablaban ahora más calmados, sobre la fecha de la celebración. Drank posó su mano en el hombro de la chica y le dedicó una cariñosa sonrisa, como de hermano mayor.
Cuando la cena hubo terminado, Drank y Glaiss se despidieron de la pareja en la puerta principal del castillo, ya que debían regresar a su reino. Tras la despedida, Asch condujo a Shenia hasta su habitación. Una vez dentro, la princesa notó que aquella no era el dormitorio en el que había dormido aquella tarde, sino los aposentos de Asch.
-Ehm, creo que debería dejarte dormir.
-A partir de ahora no dejaré que duermas sola, es por tu seguridad, quiero que estés a salvo, y yo estaré menos preocupado si te quedas aquí-.
La princesa no supo que responder a aquello, se acercó al biombo que estaba colocado expresamente para ella y se puso tras él para cambiarse de vestido y ponerse su habitual camisón de seda blanca. Asch por su parte, se quitó la ropa formal y se puso una simple camisa de algodón con unos pantalones marrones. La princesa salió de detrás del biombo con el vestido morado en la mano, lo dejó sobre el diván.
Fuera, la oscuridad ya era total, las nubes cubrían todo el cielo dejando escondida la luna tras ellas, así que poco a poco, comenzó a llover.
La chica se sentó en el borde de la cama y Asch en el otro extremo. Sus rostros estaban sonrojados, se tumbaron y arroparon con las gruesas mantas de la cama. La oscuridad se hizo en la habitación. Los prometidos estaban acurrucados contra los bordes de la cama mientras se iban durmiendo con el suave caer de la lluvia.
Un relámpago iluminó la estancia y el trueno resonó con fuerza en el exterior. Shenia, con los ojos como platos, se agarró a la almohada con fuerza. Segundos más tarde, otro trueno volvió a resonar y la princesa se sobresaltó y se juntó a Asch, que ni se había inmutado y seguía profundamente dormido. La chica cerró los ojos y comenzó a susurrar palabras inteligibles a una velocidad increíble, cuando el tercer trueno la hizo soltar un pequeño grito. El príncipe se sobresaltó y del susto cayó al suelo, sin embargo se levantó como si nada y miró alrededor, pero al ver la mirada de su amada, se sentó en la cama.
-¿Has gritado? -Ella asintió, arropada hasta la nariz con las mantas. Le besó en la frente e hizo que se apoyase en su pecho- Dime, ¿qué pasó? -Shenia apartó los ojos de él y miró hacia fuera justo cuando retumbaba otro trueno en la lejanía. El príncipe al ver la inquietud de la chica la abrazó con fuerza- ¿Tienes miedo de las tormentas? Pero... -Hizo una pausa- En la batalla había tormenta y ni te inmutaste.
-Porque estaba concentrada en que no me matasen -Le pasó los brazos por los hombros y se abrazó a él. Asch sonrió y la abrazó fuerte contra su cuerpo.
-¿De algo más tienes miedo?
-Si bueno, las serpientes no me gustan... ni nada que se les parezca.
-Bueno, esta noche te protegeré. -Aún abrazados, se tumbaron en la cama. Él los arropó y acarició la cabeza de Shenia, apartando su cabello del rostro- Me quedaré despierto hasta que te duermas, estarás bien. -El cuerpo de la muchacha se relajaba por momentos al sentir las caricias tan delicadas que le brindaba su prometido.
Una vez que ella se durmió, el príncipe siguió el mismo camino.
Las semanas pasaban, el invierno ya estaba en su plenitud, el frío lo envolvía todo y dejaba escarcha y nieve en tejados y calles. La reconstrucción ya llegaba a su fin, sin embargo, el día de la celebración ya había llegado, así que nadie estaba trabajando en las obras, sino preparando el gran acontecimiento. Ya desde por la mañana llegaban carruajes de todos los reinos pero los primeros en llegar y en ser recibidos fueron Glaiss y más tarde Drank. Los invitados llegaban e iban entrando al Gran Salón donde había largas mesas de madera con sillas alrededor en las cuales los sirvientes servían la comida.
Con todos los preparativos terminados llegó la noche y el momento de la fiesta. Con la comida caliente y servida y la alegre melodía de los músicos elfos, las gentes de los diferentes reinos bailaban, charlaban y reían como hacía tiempo que no hacían.
Los reyes habían acudido y estaban sentados todos juntos en una mesa colocada sobre una plataforma. Allí, estaba Anri, la reina de Husmacia, junto a Lady Firginar y su esposo, Sir Sanair, los reyes de Blitzternova y los padres de Drank. También estaba el padre de Glaiss. Todos charlaban entre ellos animadamente, excepto Sir Sanair, ya que debido a su enfermedad, pérdida de memoria, se entretenía mirándose en el reflejo del plato mientras su esposa le acariciaba la mano y le besaba la mejilla.
A la derecha se encontraba la mesa en donde estaban los herederos, Asch y Shenia estaban sentados hablando, Glaiss miraba y aplaudía al son de la música, cómo la gente bailaba. Drank, sin embargo, estaba apoyado en la columna de brazos cruzados.
Nicolette y Aleshia aparecieron por la puerta, vestidas con ropajes formales. Glaiss se quedó maravillado, pero apartó la mirada y se giró para hablar con Shenia y Asch, estos le miraban fijamente, Asch le tendió una copa y le sonrió. El elfo la agarró, pegó un sorbo y se levantó; cruzó la sala rápidamente hasta quedarse en frente de las dos doncellas, extendió la mano y se llevó a Nicolette a la pista de baile. Aleshia se quedó dando vueltas alrededor hasta quedarse sentada en una de las mesas. La chica recorrió toda la sala con la mirada hasta que encontró los fijos de Drank sobre ella. Aguantó su mirada durante un instante, hasta que, sonrojada, clavó los ojos en el suelo. Cuando pasó un momento la levantó, pero Drank no estaba en el mismo sitio.
-¿Quieres bailar? -La voz del príncipe nefilim sobresaltó a la chica. El esbelto heredero le tendía la mano con el semblante serio, ella se la cogió y juntos fueron hacia la pista. Drank le pasó la mano por la cintura mientras mantenía agarrada la otra mano, así, comenzaron a bailar.
-Vaya, para ser un príncipe bailáis muy bien.
-Mi madre necesitaba a alguien con quien practicar cuando mi padre desarrolló la enfermedad.
-Lo siento -Susurró.
-No es culpa vuestra -El príncipe le apretó contra él mientras seguían el son de la música.
La música cesó de pronto y Asch estaba de pie en la plataforma donde estaba su mesa. Tenía una copa de vino en la mano y una sonrisa en el rostro, sobre sus hombros descansaba el manto real que había llevado su padre.
-Gracias por venir, me alegra ver a todas las gentes de nuestros queridos reinos reunidos en un mismo lugar y disfrutando de una noche tan bella como esta -Hizo una pausa- También, me hace muy feliz el hecho de ver la felicidad en vuestros ojos a pesar de los recientes acontecimientos. Las pérdidas han sido muchas, todos los hombres, nefilims y elfos que han perecido seguirán dentro de nuestros corazones y escribirán una parte muy importante, porque gracias a ellos nosotros recuperamos nuestro hogar. ¡Yo! Recuperé mi hogar. Quiero daros las gracias, a todos, gracias en nombre de Guniver, gracias en nombre, de Isgar y Katarina, os puedo jurar, que están orgullosos de su pueblo -Alzó la copa- ¡Por vosotros! ¡La paz de la arcana unión reside en el futuro de la nación! -Todos los presentes bebieron.
Shenia estaba sonriente y miraba a Asch con cierta ternura. Cuando pasó la mirada por la sala, observó como una silueta cubierta por una túnica negra salía por las puertas principales sin que nadie se diese cuenta. La princesa se tensó, se levantó sin hacer ruido y rodeó la sala por detrás de los guardias y salió por las puertas. Corrió hasta la entrada del pasillo para observar a la silueta dirigirse a las mazmorras. Con el ceño fruncido, volvió a entrar en la sala y, con sumo cuidado, quitó la espada a uno de los soldados. La desenvainó y salió corriendo en la dirección del extraño.
Mientras, en el banquete, Asch seguía hablando.- ¡No sólo quiero daros las gracias! Sino también celebrar el cumpleaños de uno de mis mejores amigos, de uno de mis hermanos. ¡Glaiss! -El muchacho se levantó- ¡Gracias a ti hermano! Has sido uno de mis grandes compañeros en batalla y uno de mis más fieles amigos, espero que siempre pueda contar contigo hermano. -Los muchachos se dieron un abrazo y se quedaron agarrados por los hombros- Larga vida al heredero de Sonrengar.
-Larga vida al futuro rey de Guniver -La sala comenzó a aplaudir.
Asch se soltó de su compañero y alzó los brazos- ¡Pero! No sólo quiero decir esto, sino que, quiero anunciar oficialmente mi compromiso con la heredera de Husmacia. ¡Shenia! -Esperó un momento- ¿Shenia?
La princesa se dirigía a las mazmorras, abrió la puerta y bajó lentamente las escaleras de piedra. Se quedó pegada en la pared mientras observaba al extraño, este se quitó la capucha, dejando ver los rubios cabellos de Anouk. Shenia apretó la espada.
La mujer arrancó de la pared las rejas de un pequeño hueco, sacó entonces un nido hecho de hierbas y mantas en el que había huevos... huevos verdes. La muchacha respiró hondo y salió de su escondite.
-Alto ahí Anouk, ¿qué es eso? -.
-¿Quieres... descubrirlo? -La chica rubia se puso de pie y miró fijamente a la princesa con una siniestra sonrisa en el rostro. Ella le sostuvo la mirada durante un momento cuando vio un leve brillo rojo en ellos. La imagen de su sueño acudió a su cabeza.
-Sí, vamos a descubrirlo -Shenia se acercó con paso firme a la chica, la pegó un empujón y alzó la espada para partir los huevos. Esta la embistió y la tiró al suelo. Forcejearon hasta que la princesa se la quitó de encima, al levantarse, cogió la espada y agarró a la muchacha, con fuerza, hizo chocar su cabeza contra la pared y la tiró al suelo, inconsciente. La respiración de la heredera estaba muy acelerada, se giró y observó el nido. Alzó la espada y comenzó a partir los huevos, dejando escapar un pringoso líquido transparente con motas negras. Limpió el filo de la espada contra la pared cuando oyó un siseo a su espalda. Se giró lentamente hasta observar a aquel monstruo.
Su cuerpo era escamoso, terminado en cola como una serpiente, pero la parte de arriba era de color verde, también escamoso, sus brazos eran dos largas y afiladas cuchillas y su rostro eran grandes fauces afiladas con ojos rojos como sangre. Anouk era aquel ser. Shenia se puso en posición pero sintió como la embargaba el pánico. Fue retrocediendo esquivando todos los ataques que aquel monstruo lanzaba. Paró sus cuchillas con la espada, soltando un grito.
-¿Qué pasa princesa? ¿Tienes miedo? ¿Eh? -Su risa fue aguda e irritante- ¡Vas a morir pequeña! Cómo debiste hacer hace tiempo.
Esquivó de nuevo sus cuchillas y saltó hacia las escaleras mientras ella chocaba contra la pared. Subió todo lo rápido que podía, ya que llevaba vestido, y al llegar al final sintió como la agarraba con la cola viscosa por la cintura. Le dio fuertes golpes contra la puerta de madera hasta echarla abajo, para después lanzarla por los aires mientras ella gritaba.
-¡Debiste morir cuando tenías que hacerlo! -Gritó aquel ser. Shenia, malherida, estaba tirada en el suelo del pasillo. Se incorporó poco a poco hasta mirarla. La mujer-serpiente rectaba hacia ella lentamente, pasando la lengua por el filo de las armas. La princesa se fue arrastrando para alejarse, cruzando el pasillo hasta entrar en uno de los patios interiores. Anouk se fue acercando, alzó la cuchilla derecha y se dispuso a atacar.
-¡¡¡SHENIA!!!
La muchacha cerró los ojos, pero sintió que la abrazaban. Los abrió los ojo y observó a Asch sobre ella con cara de dolor. La cuchilla de aquel ser se había clavado en el hombro derecho del muchacho. Anouk se echó hacia atrás y le miró.
-Maldito -Masculló.
-¡No! -Gritó la chica, se levantó, agarró la espada de Asch y se lanzó contra ella, dando sablazos que eran difíciles de esquivar. La mujer-serpiente trató de acuchillarla por la izquierda, pero esta esquivó el brazo y con un movimiento, lo cortó. Se dio la vuelta, girando sobre sí misma, y cortó su segunda extremidad.
Anouk se retorció de dolor, chillando todo lo alto que podía. Las puertas del Salon se abrieron y salieron los herederos con los soldados, corrieron por el pasillo guiados por el ruido, al llegar al patio se quedaron impresionados al ver al monstruo, pero corrieron hacia Asch.
Shenia atravesó su pecho con el filo, sacó la espada y la alzó, para después dejarla caer y cortar su cabeza.
Tiró la espada al suelo y fue junto a Asch, a quien Drank y Glaiss levantaban con cuidado.
-Tranquila, está bien, lo llevamos a la enfermería. Ven. -Anri salió corriendo y se abrazó a su hija para llevársela con ellos.
Los soldados se llevaron los restos de aquel ser.
En la enfermería, Shenia estaba sentada en la cama junto a la de Asch, quien le agarraba de la mano para soportar el dolor ya que le estaban curando la herida.
-¿Qué pasó? -Preguntó Glaiss.
-Era Anouk, tenía razón, era un Xerx, era la principal. Puso huevos. Era la madre de todos... -Miró a los tres herederos.
-Siento que no te hayamos creído -Contestó Drank
-Deberíamos hacerte más caso -.
Shenia se encogió de hombros- Era una cosa imposible de creer, no os culpo.
-¿Estás bien princesa? -Preguntó Asch, mirándola, esta asintió y le sonrió.
-Gracias a ti sí, me salvaste
-Siempre lo haré
Shenia miró con una sonrisa a su futuro marido, Drank y Glaiss les observaban en silencio, preocupados por el bienestar de su amigo. Después de que le curasen deberían ir a ver a Amadeus, ya que tendría que actualizar su base sobre los Xerx, porque ahora se descubrió que es una raza procedente de la Madre de Todos: Anouk.
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