Y.U.R.G.S. -P.19-

Dos semanas después de la gran batalla por la conquista de Guniver, el país comenzó su reconstrucción. Asch, quien se había proclamado rey, había dado cobijo en el castillo a todos los sirvientes y trabajadores que había llegado al país para ayudar con las labores. La parte más afectada de todo el reino había sido el pueblo, las casa estaban quemadas y destrozadas, y las que estaban en pie poco les faltaba para caerse.
Asch paseaba por entre las calles, intentando no interrumpir la reconstrucción. Por aquel lugar él había correteado, jugando con su padre, o huyendo de alguna pequeña travesura que había cometido. Desde bien pequeño, había sido muy cercano al pueblo. Sus padres no eran los típicos reyes que no quería juntarse con la plebe, es más, solían hacer festividades en la plaza, y tanto ellos, como soldados y plebeyos, acudían al gran almuerzo que servían y a los bailes tan divertidos y tradicionales de la región. La verdad, eran reyes queridos. Y su hijo no iba a ser menos, pensaba que sería como ellos, ya que el pueblo también le quería y había recibido la enseñanza de sus padres.
El heredero ayudó a un trabajador, que parecía cansado, a empujar la carreta hacia una de las casas. El hombre le sonrió y Asch le puso una mano en el hombre, devolviéndole la sonrisa.
-Descanse buen hombre, no quiero que nadie muera de cansancio. Se reconstruirá al ritmo que se pueda, no quiero grandes esfuerzos. -Dicho eso, se giró y siguió caminando.

Desde la batalla no había vuelto a ver a ninguno de sus compañeros, ni siquiera a su prometida. Estaba demasiado ocupado con su reino y sus pérdidas que entendía que no viniesen, sin embargo, la reciente carta que anunciaba la llegada de su amada esa misma tarde le había alegrado el día. Esperaba ansioso su encuentro con ella, ya que todo el peligro había pasado, ahora podía pasar el tiempo con ella. Su paseo le condujo hasta la entrada de las murallas, las cuales también estaban siendo reconstruidas y la puertas reforzadas. Sus ojos se quedaron mirando al exterior, pensado que semanas antes ahí habían estado librando la batalla. Decidió entonces que haría un monumento en honor a las víctimas, pero sólo cuando terminasen las obras actuales. Se cruzó de brazos y resopló.
-¡Asch!- Una voz aguda lo llamó a su espalda. El muchacho se giró. La única superviviente, iba corriendo hacia él con una sonrisa en el rostro. Sus cabellos rubios estaban sueltos y se mecían con el aire. Sus ropas ya no eran harapos, sino un vestido ajustado, color crema con algún detalle oscuro. Su rostro era brillante y sus mejillas rosadas. Las heridas se le habían curado rápidamente y el miedo que había sentido desapareció. Cuando llegó a su lado, se puso delante y le agarró los brazos.- ¡Te estaba buscando! -Rió- Quería enseñarte lo que he aprendido con la espada.
-Em, Anouk, iba a...
-¡Por favor! -Le cogió de la mano y le hizo andar tras ella.
-Bueno, vale -Miró hacia uno de los obreros- ¡Mozo! ¡Decidle a la princesa cuando llegue, que estoy en el campo de entrenamiento! -Ambos se fueron para allá.
Shenia había salido de su reino hacía una hora cuando llegó al camino que conducía a Guniver. Obviamente, no iba en vestido, pues cabalgaba rápidamente sobre su caballo blanco y le parecía incómodo para montar a esa velocidad. Nada más llegar a la entrada, frenó al caballo y desmontó. Un mozo que trabajaba en las muralla se acercó a ella limpiándose el sudor de la frente con la manga.
-Mi lady -Le hizo una reverencia- El príncipe me ha encomendado la tarea de comunicarla que estará en el campo de entrenamiento. Déjeme su caballo, mi señora.
-Muchísimas gracias -Le tendió las riendas y comenzó a andar hacia aquel lugar. Buscó con la mirada a su prometido al entrar en el campo, y cuando deslumbró su cabellera azulada, formó una gran sonrisa en el rostro. Asch estaba de espaldas a ella, hablando en voz alta, cuando se dio la vuelta se vio como sujetaba a Anaok. La chica tenía las manos en el mango de una gran espada y las de Asch sujetaban las de la chica. Sus brazos estaban sobre los de ella y le hablaba firmemente al oído, dándole indicaciones sobre como moverse con una espada y haciendo los movimientos al compás. A Shenia se le borró la sonrisa nada más ver la escena, su corazón se encogió y notó la boca seca. Sus manos se cerraron en puños y se clavó las uñas en la palma, intentando aguantar el enfado antes de explotar.
El príncipe levantó la cabeza y sus ojos se fijaron directamente en su amada. Dibujó una sonrisa en el rostro y soltó a Anaok para comenzar a andar hacia la princesa. Esta estaba parada, mirándole con el ceño fruncido y las mejillas rojas. La chica se dio la vuelta, dispuesta a irse, cuando Asch la agarró por el brazo y la hizo girarse, para abrazarla con fuerza.
-Te estaba esperando, no sabes cuanto te he echa...-Shenia se soltó antes de que acabase la frase, el muchacho la miró sin comprender- ¿Shenia?
-Déjame, no sé ni por qué he venido.
-¿Ocurre algo, princesa? -Dijo el chico con preocupación.
-¿¡Qué si ocurre algo!? ¡No me lo puedo creer! -Le gritó- ¡Has estado haciendo manitas con esa...fulana! ¿Y me dices que si ocurre algo?
-Shenia yo...
-¡Ni Shenia ni nada! ¡Te molesta que yo coja una espada, odias la idea de que Drank me enseñase a luchar! Sin embargo, estás aquí, rodeandola con los brazos, enseñándola a manejar la espada. ¡Enseñas antes a una desconocida que a mi!
-Ella.. no es una desconocida -Asch se toqueteó el bolsillo, nervioso.
-¡Me da igual! ¡No me importa quien sea! Lo que parece es que te importa más ella que yo -Asch se quedó en silencio, mirándola a los ojos, los cuales tenía llenos de lágrimas. Te he esperado tanto tiempo Asch, ¿por qué haces esto? -Apartó la mirada y respiró hondo- Que te vayan bien las clases con esa... cortesana de mala fama. -Dicho eso, salió corriendo hacia los establos. Una vez allí, y limpiándose las lágrimas con las manos, montó en su caballo y salió cabalgando de la ciudad.
Asch estaba paralizado, con los ojos como platos. Sus labios formaron la palabra "Shenia", pero no salió ningún sonido. Anouk se acercó al chico y le cogió la mano suavemente, acariciando sus dedos.
-No te preocupes, ven, sigamos entrenando.
-No. -Dijo con sequedad por fin y se soltó bruscamente de ella. Salió corriendo todo lo rápido que podía, siguiendo los pasos de la princesa, sin embargo, él no había cogido el caballo.
La princesa estaba sentada en un tronco, había atravesado todo el bosque con su caballo hasta acabar en el borde de un cañón que acababa en un bravo río de aguas cristalinas. Escondía su rostro con las manos mientras sollozaba en silencio.
Asch salió de detrás de unos arbustos quien jadeaba para recuperar el aliento, se acercó lentamente hacia su amada y se quedó detrás suya.
-Mi vida...-La chica se sobresaltó y se giró para mirarle. Tenía el pelo pegado a la frente por el sudor y su pecho subía y bajaba rápidamente pues había venido corriendo. El peliazul se acercó a ella y se sentó a su lado, cogiendo sus manos entre las suyas.- Lo siento, siento todo lo que te he causado, sé que has sufrido mucho y has pasado por cosas horribles que han sido culpa mía, y por eso debo pedirte perdón. -Shenia abrió la boca para hablar, pero los dedos de Asch se posaron en sus labios para impedírselo- Eres lo más importante que hay en mi vida, por eso tengo miedo de que luches, sé que eres fuerte y valiente, pero si te llegase a pasar algo no me lo perdonaría nunca. Tengo miedo de perderte -La miró a los ojos y le limpió las lágrimas- También sé que eres rebelde, que no te gusta seguir las normas, sino destacar y demostrar tu valía. Te enseñaré a luchar, pero por favor, prométeme, no, júrame, que si en una batalla te digo "huye" lo harás. Por favor... -Cerró los ojos y apoyó la frente en la de su amada y respiró hondo.- No puedo permitir que a mi vida, a mi corazón, le pase algo malo, no lo soportaría...
-Asch, yo...
Ignoró sus palabras- Siento también la escena que has visto hoy, ella no es importante, no es nada comparado contigo, porque tu lo eres todo -Abrió los ojos y sacó de dentro de su chaleco, una flor de color lila con pequeños puntos azules, y se la tendió.
Shenia la observó y se la llevó a la nariz para olerla. Esbozó una sonrisa y le miró- Uhm... huele como a... -Se quedó callada un momento y tragó saliva- Mi perfume... -Miró sus ojos, sin poder creerselo- Pero.. nadie sabía nada acerca de mi perfume, no sabían su composición y...
-Es jazmín, una planta no muy corriente, no se encuentra fácilmente por estos lugares, pero de vez en cuando aparece una pequeña planta.
-¿Tu eras el que dejaba el perfume en mi cómoda cada cumpleaños?
Asch asintió con una leve sonrisa- No quería regalarte algo común, sino algo que pudiese distinguirte de los demás, algo solo tuyo. -Le acarició la mejilla y le puso la flor en la oreja- Siento que en este decimoctavo cumpleaños no la hayas recibido, sin embargo, aquí está mi regalo. -Se arrodilló en el suelo, le cogió una mano, y sacó de su bolsillo una pequeña cajita de madera con un sofisticado dibujo tallado en la tapa. La abrió, y dejó ver un anillo de oro con una piedra preciosa de color azul tallada en forma de triángulo- Desearía pedirte de manera formal tu mano, y que aceptases como regalo de cumpleaños y como anillo de bodas, la alianza de mi difunta madre, ella habría querido que la llevases puesta. -Cogió aire y ambos se miraron a los ojos- Yo, Asch Balthier Von Dovirian, heredero y futuro rey de Guniver, os entrego este anillo en señal de mi amor eterno y mi compromiso para preguntaros -Le puso el anillo en el dedo- ¿Querréis casaros conmigo y ser la futura reina de Guniver a mi lado?
La princesa se quedó en shock, ya se había imaginado que Asch le volvería a pedir matrimonio, pero no de esa manera. Tragó saliva y le cogió la mano- Si, si quiero. ¡Y querré siempre! -Los dos enamorados rieron, felices, pero cuando Asch se acercó para besarla, esta le apartó y le empezó a dar golpe en el pecho- ¡Por qué no me dijiste lo del jazmín antes! -El humano comenzó a reírse mientras Shenia le pegaba hasta que perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, agarrando a la princesa del brazo y haciendo que cayese encima suyo.
Los dos se quedaron en silencio, mirándose, Asch acarició con los pulgares las sonrojadas mejillas de la chica mientras él sonreía. Shenia le quitó una pequeña ramita del cabello azul, ya que se le había enredado al caer sobre la hierba. El príncipe acercó su rostro al de ella, esperando que esta no volviese a apartarse, hasta que ambos bocas se rozaron.- Me gusta tu nuevo corte de pelo...- Susurró. Los labios de Asch acariciaron cuidadosamente los de Shenia, esperando no incomodarla, al ver que esta se mantenía quieta y con los ojos cerrados, Asch cerró los suyos y posó sus labios sobre los de ella, amoldando su boca en un dulce y lento beso. Las manos de la princesa agarraron la tela de la camisa del príncipe y se acercó más a él, el peliazul apretó la cintura de la chica contra su cuerpo y atrajo más a él su boca, poniendo una mano en su nuca, fundiéndose en un beso mucho más intenso y apasionado.
Ambos se quedaron así, besándose, dejando que el tiempo pasase ya que en ese momento, sólo existían ellos.

CONVERSATION

0 comentarios:

Publicar un comentario

¿Vas a comentar? ¡Adelante! Me alegrará mucho leer lo que tienes que decir, pero recuerda ser respetuoso conmigo y el resto de comentarios 💕