La sala se mantenía en un absoluto silencio, las miradas alternaban entre el cuerpo inmóvil del Xerx y el verdadero Asch que había aparecido sin que nadie lo esperase. Todos los invitados miraban asombrados al heredero, pero este no apartaba los ojos de la princesa Shenia, al igual que ella no apartaba la mirada de él. Ambos estaban sumidos en un absoluto silencio, miedosos de que si lo rompían terminase la magia que les había rodeado. Él, tanto tiempo apartado de la mujer que amaba, y ella, condenada a soportar el martirio de un impostor, deseaban abrazarse pero estaban paralizados y concentrados en los ojos del otro. Sin embargo, tarde o temprano uno de los dos debía romper aquel silencio, y en esa ocasión fue Shenia, aún sorprendida.
-Asch... -El chico dio un paso hacia ella, despegando sus labios para hablar.
-¡Asch!- Ese grito procedente de Glaiss captó su atención, vio a su amigo desenvainando su espada y a Drank sus cuchillos. De repente la sala entera gritaba. El heredero de Guniver se giró, sacando de las fundas a sus pistolas, y pudo observar como todos los invitados que había sido rescatados del ataque a su reino se iban convirtiendo poco a poco en seres verdes al igual que el Asch impostor. Anri, alarmada por la situación, corrió a ayudar a los invitados para que abandonasen la sala mientras los soldados y los tres príncipes combatían ferozmente contra los Xerx. Glaiss y Asch cubrían a la reina para que los invitados huyesen, Drank ayudaba a los soldados a acabar con ellos. Shenia se mantenía alejada de la pelea, vestida con su traje de boda la lucha para ella sería difícil.
Un agudo grito hizo que mirase rápidamente hacia el lugar de procedencia. Su padre se encontraba en el suelo, con una grave herida en el estómago, junto a su cuerpo estaba su madre de rodillas aguantando su peso pues había caído contra ella. Un Xerx levantaba sus cuchillas para asestarle un golpe mortal a su madre. Shenia agarró las faldas de su vestido y corrió hacia allí lo más rápido que pudo y empujó al ser para tirarlo al suelo, este se retorció para quitar el cuerpo de la chica de encima y le hizo un corte en la mejilla, cuando una gran espada cayó sobre su cuello, cortándole la cabeza y dejando manar la sangre. Shenia miró hacia arriba para observar a su madre con el arma. Lo dejó caer y se arrodilló junto a su marido. Le acarició el rostro con los dedos.
-Oh Jarven... No debiste hacerlo.-Shenia se acercó en silencio y les miró.
-Sabía que mi tiempo se estaba acabando -Respiró pesadamente y trató de sonreír.- Tenía que alejarme de este mundo dando la vida por la mujer que amo -Las lágrimas de la reina cayeron sobre la frente de su marido.- Eres fuerte mi reina... No llores -Alzó la mano y acarició la suave mejilla de su bella esposa. Acto seguido miró a su hija, quien también lloraba- Nunca quise aceptarlo por el miedo, pero sé que eres más que una princesa... Siempre he estado orgulloso de ti... -Tosió con fuerza, dejando caer por la comisura de los labios un hilillo de sangre- Él te cuidará. Seréis buenos reyes... y buenos padres -Shenia agarró su mano hasta que los dedos perdieron fuerza y su mirada se apagó. El rey de Husmacia había muerto.
Tras la pelea, Glaiss y Drank apartaron el montón de cadáveres para que no entorpecieran. Asch se acercó a Shenia y su madre para ver el cuerpo de Jarven inmóvil. La princesa miró hacia él y se levantó. Este le tendió la mano y la separó de allí, llevándola hasta el altar.
-Lo siento...
-Padre ya estaba enfermo, sabíamos que moriría, por eso adelantó la boda. -Agachó la cabeza- Lo único que quería era ver mi casamiento...
Asch alzó la mano y acarició la mejilla en donde tenía el corte con las yemas de los dedos.-Aún no es tarde -Le susurró en el oído. Esta levantó la mirada para encontrarse con sus ojos.
-¿Todavía quieres casarte conmigo?
-Nunca he deseado lo contrario -Acercó su rostro al suyo y ambos se fundieron en un esperado y deseado beso. Sus bocas al principio estaban tensas pero poco a poco la pasión les embargó y sus labios se complementaron perfectamente. El muchacho acarició la espalda de ella y apretó su cintura contra la suya mientras la otra mano acariciaba su cabello. Shenia por el contrario mantenía las suyas en sus hombros y su cuello, acariciando su piel con ellas.
Los dos estaban bajo las miradas de Glaiss y Drank, el elfo con una cariñosa sonrisa les miraba a ambos, pues estaba feliz de recuperar a su mejor amigo y la felicidad de la princesa. Sin embargo el nephelim tenía una mirada amarga y el semblante serio. Apartó los ojos de ellos dos y siguió amontonando muertos. Cuando los enamorados se separaron, Asch habló, sonriendo de oreja a oreja.
-Cásate conmigo.
-¿Ahora? -Preguntó sonrojada.
-Sí, ahora, no deseo perder más tiempo, por favor, concédeme ese honor. ¿Serás mi esposa?
Shenia miró un segundo a su madre, ella a pesar de la pérdida reciente de su marido, trató de sonreír y asintió conforme. La princesa asintió y sonrió alegre- ¡Si! ¡Si quiero! -Se mordió el labio- ¿Serás mi esposo desde este momento?
-Lo seré, desde este momento y para siempre -El muchacho se giró y cogió los anillos que estaban sobre la mesa en el altar, se lo puso a Shenia en el dedo y la miró- ¿Y tu mi esposa?
-Es lo que más deseo -Cogió el otro anillo y se lo colocó a él. Tras esto, ambos se dieron un apasionado beso y un fuerte abrazo.
Ya el sol comenzaba a caer, el cielo se nublaba y se avecinaba tormenta. Los herederos estaban reunidos en el comedor, sentados a la mesa, todos en silencio mirándose los unos a los otros. Glaiss carraspeó.
-¿Y cómo escapaste?
-No estaría aquí de no ser por la ayuda de Amadeus. -Contestó Asch.
-¿Amadeus? -Preguntó Shenia.
-Amadeus Sniff, mi lady. -Una pequeña criatura peluda se subió a la mesa, sobresaltando a la princesa.- Perdonadme por no haberme presentado anteriormente, pero estaban demasiado ocupados con los Xerxs. -Los ojos de la princesa brillaron y fue a tocar la cabecita de aquel ser peludo, pero este se apartó y se colocó las gafas- Por favor, no haga eso y permitame contarle la historia.- Y Amadeus comenzó a contarle todo desde el principio mientras los cuatro herederos le escuchaban atentamente.
Los Meloras eran un pueblo antiguo, pequeño y sabio. Sus habitantes vivían mucho tiempo y eran enseñados amar la literatura, la historia y la alquimia, además de usar magia, tanto ofensiva como defensiva. Sus pequeñas cabezas peludas eran capaces de almacenar mucha información en poco tiempo por lo que les convertía en una de las razas más sabias. Normalmente viven en bosques apartados de las grandes poblaciones y cada cierto tiempo mandan exploradores e historiadores para actualizar la información de su gran biblioteca. Recogen información tanto de plantas, animales como de razas y pueblos, es decir, nadie escapa de sus conocimientos.
Fue en una de esas misiones en las que un joven Amadeus Sniff estaba recogiendo información sobre los trolls de las cavernas, unos seres enormes y pacíficos, sólo si no invades su territorio, los cuales se dieron cuenta de su presencia y la de todo su equipo, lo que provocó que entrasen en cólera.
Todos aquellos pequeños seres trataron de defenderse con la magia que habían aprendido a partir de los libros, pero los trolls eran demasiado fuertes para ellos. Entonces apareció un Asch adolescente de entre la maleza y defendió a los Meloras con el filo de su espada, dando muerte a los trolls. A partir de entonces, toda la raza estudió meticulosamente al muchacho y le brindó su ayuda por haber salvado ha aquel grupo.
-Entonces en una misión de exploración, nos topamos con el reino de Nindrez. Habíamos oído lo de la guerra que hubo allí, pero nuestro pueblo es neutral y en ese tipo de enfrentamientos no podemos involucrarnos. -Hizo una pausa- Nos acercamos hasta allí y fuimos recogiendo todos los datos posibles para recopilarlos en los nuevos libros de la biblioteca cuando encontramos las celdas y a un curioso prisionero dentro. -Miró hacia Asch- Le ayudamos con las cadenas y le contamos todo lo que habíamos oído y visto. Lo ocurrido después de la batalla, la muerte de Isgar, la toma de Guniver por parte de los Xerx y el adelanto de la boda de la princesa Xenia con un falso Asch.
-Decís que vosotros tenéis conocimientos sobre todas las razas, ¿no es cierto? -Preguntó Glaiss, a lo que Amadeus asintió- ¿Qué tenéis registrado sobre los Xerx?
-¿De los Xerx? Déjame pensar... -Puso las manos en el mentón y cerró los ojos manteniéndose en silencio.- Veamos, es una raza bastante extraña. Su cuerpo es de un color verde claro, cubierto de escamas. No poseen brazos sino que en lugar de manos tienen largas y afiladas cuchillas capaces de desmembrar miembros. Lo más curioso es su poder de convertirse en la persona que desean con solo tocarla, lo que les hace prácticamente indetectable si deciden infiltrarse en algún sitio, como pasó aquí, pero siempre hay alguna marca que les delata, pues no reproducen por completo su aspecto.
-¿Hay forma de vencerles? -Preguntó Drank.
-Claro, son seres letales en masa pero inofensivos en solitario. La forma más sencilla de ganarles es siendo superiores en número, pero si eso no funciona, recomiendo las armas de largo alcance o de defensa, que no puedan cortar con las cuchillas.
-Está claro -Dijo Asch con decisión y dando un golpe a la mesa- Hay que prepararse, hay una batalla que librar.
Xenia y Asch andaban por detrás de Glaiss y Drank, agarrados de la mano mientras se dedicaban sonrisas. Anri apareció por el pasillo y se quedó parada delante de los cuatro herederos con una leve sonrisa. Miró al príncipe humano y le habló con dulzura.
-¿Me permites hablar contigo un momento? -Asch asintió y se fue con ella a una sala aparte. La reina cerró la puerta y le miró.- Siento la interrupción pero me parecía un buen momento.
-¿Qué ocurre mi reina?
-Verás, justo cuando la ceremonia acabase, mi marido os querría haber entregado esto -Fue directa a un gran armario de madera de roble oscura, abrió las puertas de par en par y dejó que viese el contenido. Un gran estandarte con la bandera del reino de Guniver y a su lado una gran lanza cuidadosamente colocada la cual tenia una J grabada en el mando. Anri se giró hacia él- Iba a entregarte el estandarte de Guniver y su preciada lanza como regalo de boda.
-Mi reina yo..
-Cógelas. -Asch asintió y se acercó. Cogió primero el estandarte, el cual era ligero y manejable, después agarró la lanza, era más pesada pero parecía buena.- Espero que te sirvan en la batalla.
-Mi reina, es todo un honor. El rey estará orgulloso de mí, lo juro. -La reina le sonrió.
El cielo ya se había oscurecido del todo, las nubes tapaban todo el cielo, incapacitando la visión de la luna. Se avecinaba tormenta, no era normal, pero tampoco extraño. Glaiss se encontraba en un patio interior abierto al cielo, con el suelo de piedra y arcos cincelados con preciosos dibujos y formas geométricas. Tenía la punta de su katana apoyada en el suelo y se apoyaba en el mando mientras escrutaba el cielo con sus ojos de elfo.
-¿Captan algo extraño tus ojos elficos? -Preguntó Asch, con la lanza al hombro, entrando en el patio para observar a su amigo de espaldas.
-Caerá una fuerte tormenta, parece que el tiempo no acompañará en la batalla.
-Eso no impedirá que nos alcemos con la victoria.
Su amigo se giró agarrando el mango de su espada y le miró con una sonrisa- Hacia años que no me pedías una pelea como entrenamiento, pensé que estabas por encima de esto.
-Me gusta recordar viejos tiempos, además, he de practicar con esta lanza.
-Pues recordemos juntos.
Los chicos se prepararon cada uno con su arma. Glaiss dio el primer paso y lanzó un ágil ataque, apuntando al pecho del muchacho. Asch lo paró con el cuerpo de la lanza, agarrándola con dos manos, y le empujó hacia atrás. El peliazul lanzó un ataque con el filo, el cual el elfo esquivó, seguidamente trató de darle en la cabeza, pero Glaiss se apartó rápidamente y lanzó un ataque al costado de su amigo, Este se giró y levantó el filo de la espada con la lanza para apartarla. Asch se lanzó contra él, dando fuertes golpes con ambos extremos de su lanza pero la espada de Glaiss era rápida y se los paraba todos. Los chicos se separaron y resoplaron. Pronto volvieron a la carga, el sonido del metal chocando contra metal retumbaba en toda la estancia. El humano golpeó al elfo, y este cayó al suelo. Justo cuando fue a dar un golpe en el pecho del chico con la parte sin filo de la lanza, este rodó y le pegó una patada para separarle y levantarse. Glaiss lanzó varios ataques rápidos que Asch fue parando con la lanza pero el elfo le iba ganando terreno. Ambas armas chocaron y los dos príncipes hicieron fuerza para que el otro se rindiese, pero ninguno de los dos cedía. Asch esbozó una sonrisa a su compañero.
-Has mejorado.
-Nunca he sido inferior a ti.-Le devolvió la sonrisa.
-Lo sé, y nunca te he considerado inferior. Tu y yo somos iguales. -Empujó la espada para separarle y dirgió un golpe hacia su cabeza. El elfo se agachó para esquivarlo y placó a Asch para tirarlo al suelo y que soltase la lanza. El humano le miró desde el suelo, Glaiss lanzó un rápido ataque hacia su pecho, pero Asch fue más ágil, dio una voltereta y agarró la lanza justo cuando su compañero se disponía a lanzar otro ataque. Alzó el arma y ambas chocaron mientras los príncipe hacía fuerza para desbaratar al otro. Pero sus fuerzas estaban igualadas, por mucho que lo intentasen, ninguno de los dos cedería. Bajaron sus armas y se miraron con una sonrisa, se pusieron una mano en el hombro.
-Da gusto tenerte de vuelta, hermano. -Dijo Glaiss.
-No pienso volver a irme.
-Confío en ti.
La pelea de entrenamiento había acabado, el elfo estaba cansado y ya era muy tarde así que decidió irse a sus aposentos a descansar. Asch quiso quedarse más rato, necesitaba estar al aire libre después de haber pasado mucho tiempo en una celda. Se acercó a uno de los bancos y se sentó, alzando la cabeza para ver el cielo todavía encapotado. Amadeus correteó a cuatro patas y saltó al mismo banco donde estaba el muchacho, se sentó y se estiró su pequeño chaleco de color azul.
-Buenas noches, príncipe.
-Buenas noches, Amadeus. -Miró a su acompañante- ¿No puede dormir?
-No estoy acostumbrado a grandes camas en las que parece que la almohada me engullirá en cuestión de minutos -Le miró por encima de las gafas- ¿Y usted?
-Demasiado tiempo encerrado, necesito aire fresco.
-Lo comprendo señor.
Hubo unos instantes de silencio.
-¿Amadeus?
-¿Si? -Contestó sin dejar de mirarle.
-Necesito un favor. -Se inclinó hacia delante y apoyó los codos en las piernas.- Necesito vuestra ayuda. -Miró hacia el Melora.- Sé que sois un pueblo neutro, y que lo que te voy a pedir será una locura, pero de verdad os necesito.
-¿Quiere que entremos en guerra con los Xerx? -El príncipe asintió. El rostro de Amadeus transmitía preocupación, ya que su especie nunca había luchado en una guerra ni en nada parecido, eran pacíficos. Pero, el muchacho les había salvado, de no ser por él, no seguiría vivo, al igual que el grupo que le acompañaba en su expedición. Miró a los ojos suplicantes del muchacho.- Te ayudaremos.
Una sonrisa se dibujó en el rostro del chico- Daré la deuda por saldada.
-No, Asch, considérelo un favor entre amigos -Le sonrió.- Lucharemos por la liberación de Guniver como parte del reino de YURGS.
-Gracias amigo.
A lo lejos se oyó un trueno y pronto comenzó a llover, ambos decidieron entrar e irse a sus respectivos dormitorios para poder descansar el resto de la noche ya que, a partir de ese momento, necesitarían fuerzas para la gran batalla que se avecinaba. Y debían luchar valerosamente por YURGS.
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