Las manos de la princesa acariciaban el cuero del mango de sus dos látigos que guardaba cuidadosamente en una caja. Shenia debía dejar las lecciones de lucha que recibía del príncipe nephelim Drank desde hacía varios meses para otro momento. Por eso, guardó la caja en el fondo de su gran armario para que nadie la encontrase, ya que el deseo de su padre era que fuese una fiel y buena esposa, no una soldado como ella queria. Su padre estaba ultimamente muy irritable, desde la caída del reino de los enanos, había sido peor, apenas podía hablarle sin que se airase por cualquier cosa. Sin embargo, algo bueno sacaba de todo esto, Glaiss había encontrado a Asch en Nindrez y le hizo regresar a su reino, mientras ella esperaba que viniese a verla, al menos por su cumpleaños.
El carruaje y su equipaje estaba cargado y listo para partir en la puerta principal del castillo. Asch estaba metido en su cuarto, mirando a los sirvientes atar los caballos al carro y acariciar sus crines a través de la ventana. Tocaron su puerta y el príncipe se giró hacia ella alejandose de la ventana.
-Adelante -Dijo secamente.
Un soldado abrió la puerta y le miró apretando la lanza que tenía en sus manos.
-Es su padre señor, no se encuentra bien. Lleva desde ayer en cama, será mejor...
Asch apartó de un empujón al soldado y se fue rápidamente a los aposentos de su padre. Una vez allí, abrió la puerta y cruzó la estancia hasta colocarse junto a la cama, cerca de Katarina, su madre. La piel de Isgar estaba demasiado pálida, su respiración era débil y tenía manchas rojas por el cuello. El galeno real miró al príncipe.
-Su estado es crítico, sea cual sea su enfermedad, actua rápido y sin síntomas previos. Le haré pruebas y trataré de sanarle pero no estoy seguro de que pueda hacer algo.
-Todo lo que hagas será mejor que nada -Dijo Katarina, a punto de llorar.
-Cancelaré el viaje -Asch miró de reojo a su madre esperando que su respuesta fuese que no.
-Yo me quedaré con él, habria querido que fueras. Marcha ya y vuelve pronto hijo.
-Sí, madre -Asch salió de allí tan rápido como habia entrado. Cruzó los pasillos como una bala hasta el carruaje. Una vez dentro y acomodado en el asiento, sonrió de manera satisfactoria mientras miraba el paisaje.
Glaiss llegaba cabalgando sobre su caballo, detrás suyo venía el carruaje con su equipaje pero él se había adelantado para darle una sorpresa a la princesa. Bajó de su caballo y dejó que se lo llevasen a la cuadra mientras él se dirigía al jardín con un precioso ramo de rosas rojas y azules escondido en la espalda. Shenia estaba sentada en uno de los bancos junto a Nicolette y Aleshia, hablando animadamente. El elfo apareció por detrás suya y colocó el ramo delante de sus ojos, haciendo que se sobresaltase.
-¡Glaiss! -Cogió el ramo y se giró, sonriendole- ¡Son preciosas! No tenias que haberte molestado, muchas gracias -Se subió al banco y le abrazó con fuerza mientras el chico lo correspondia y la bajaba al suelo. Shenia se entretuvo en olerlas, Glaiss sacó otras dos rosas, una de color rojo que se la tendió a Aleshia y otra de color azul que dio a Nicolette. La sonrisa que las mostraba era nerviosa, provocando en ellas una risita. Se levantaron y se fueron, oliendo sus flores. Shenia le miró y asintió conforme.
-Ahora solo te falta hablarlas.
-Creo que queda mucho para eso. -Ambos rieron y se sentaron- ¿Te han retirado el castigo?
-No, pero mi padre me da un respiro, ahora esta nervioso con lo que pasó en Nindrez -Olió las flores de nuevo- ¿Sabes si vendrá Asch? -.
Se encogió de hombros- Ni idea, supongo que si, no se perdería tu cumpleaños por nada del mundo. -Cogió una rosa y se la colocó en el cabello, sujetando algunos mechones de pelo.
Un sonido de herraduras llegó hasta los oídos de ambos herederos, a Shenia se le iluminaron lo ojos y sonrió alegre.
-Es Asch, seguro. -Con el ramo bien agarrado salió corriendo a la entrada seguida de Glaiss. Al llegar, el carruaje con el escudo de Guniver estaba parado en mitad de la plaza. La puerta se abrió y el heredero peliazul bajó con aires de superioridad y miró a todos lados. Shenia se acercó a él corriendo mientras Glaiss lo hacia andando tranquilamente- ¡Asch! ¡Sabia que vendrias! -Estaba dispuesta a lanzarse a sus brazos cuando, escasamente a un metro suyo, se paró de golpe y le miró a los ojos, a esos extraños ojos rojos que tenía. La princesa dio un paso hacia atras.- ¿Asch? ¿Estas bien? -.
El príncipe se acercó a ella, le quitó el ramo de las manos y lo tiró, la agarró de la cintura y la atrajo a él con brusquedad- Estoy mejor que nunca, ¿qué pasa? ¿Me echabas de menos?
-Eh, para, ¿qué haces? Es mi regalo
-Yo soy tu regalo, preciosa, no necesitas nada más -Acercó su rostro al cuello de la chica e inspiró su perfume.- Conmigo tienes suficiente. -Le agarró más fuerte para que dejase de moverse.
-Para, aparta, me haces daño. -De un empujón, consiguió soltarse. Le miró con el ceño fruncido.
-Ven, vamos a quitarte esa amargura del cuerpo -Cuando fue ha agarrarle la mano, Shenia se movió y le propinó una fuerte bofetada. Asch se quedó un segundo parado, la miró con desprecio y la agarró del cuello- Miserable -Susurró.
Glaiss le apartó de ella y colocó a la princesa detrás suyo- ¿¡Qué haces!?
-¡Te odio! -Le chilló Shenia con los ojos llenos de lágrimas. Recogió las flores que estaban en perfecto estado y se fue corriendo al castillo.
Glaiss empujó a Asch con fuerza- ¿Cómo se te ocurre hacerle eso? ¿Eh?
-Me gusta su perfume, es atrayente. ¿Qué será? -Pasó por el lado del elfo como si este no existiese y entró en el castillo, dejando solo a Glaiss. Shenia corrió hasta su aposento y se echó a llorar en la cama, nunca antes Asch la había tratado de esa manera. Ese era un completo desconocido para ella, Shenia solo quería estar con so prometido y ese Asch, para ella, no lo era.
La celebración del día siguiente fue por todo lo alto, había un gran banquete en el salón principal acompañado de una orquesta y unos bailes típicos. Shenia no se había apartado de sus doncellas en todo el día y Asch apenas la miraba, estaba ensimismado en sus propias cosas. Glaiss estaba junto a él, observandole con atención. Un mensajero irrumpió la celebración y se acercó rápidamente al rey sin que apenas nadie se diese cuenta, entregó el mensaje y de marchó. Jarven hizo llamar a Asch para hablar en privado.
-Hijo, esta noticia sé que será dura para ti, pero debes ser fuerte. Tu padre ha fallecido.
La expresión de Asch trataba de transmitir asombro y tristeza, pero al no conseguirlo, se puso serio.
-Será mejor que vuelvas a casa.
-No. Su hija quiere que esté. Me quedaré con ella -Se dispuso a irse- Después me iré. -El chico se fue y se acercó a Shenia, agarrándola de mala manera y obligandola a que bailase con él. Esta se soltó de sus brazos y se dirigió hacia Drank, quien le traía un gran regalo en brazos.
La fiesta llegó a su fin cuando la luna, grande y redonda, brillaba en lo alto del cielo. Todos los invitados habían partido ya o se dirigían a sus respectivos aposentos para pasar la noche. En el salón principal solo quedaban Shenia y sus doncellas, y los tres herederos. Asch, Glaiss y Drank estaban sentados mirando a las tres muchachas bailar y reírse entre ellas, el heredero nephilim se levantó y se acercó a ellas. Se puso a bailar con la princesa mientras las otras dos les imitaban con cierta sátira. Glaiss se cruzó de brazos mientras les observaba, para después posar los ojos en su amigo.
-Siento la pérdida de tu padre, ¿se sabe por qué ha sido? -Asch negó con la cabeza sin contestarle con la mirada puesta en la pared de en frente. El elfo soltó un bufido y alternó los ojos entre Shenia y lo demás, y Asch.- ¿No te molesta que esté bailando con ella?
-No, que haga lo que quiera. Me voy a la cama -El príncipe se levantó y fue caminando hacia la salida bajo la atenta mirada de Glaiss. Las grandes puertas se abrieron de golpe interrumpiendo el momento, todos los allí presentes se giraron ante el intruso.
-¡Guniver está siendo atacada! -Gritó a los cuatro vientos.
-¡Asch! -Glaiss se levantó y miró en dirección a su amigo, pero este se había marchado.
El elfo salió corriendo en su busca y lo paró al mitad del pasillo. El humano asintió con desgana a todo lo que su amigo decía, pero cuando se cansó de oírle parlotear, hizo un movimiento con la mano para apartarle y se dirigió a los establos para coger su caballo y partir a su reino.
A la mañana siguiente todos estaban espectantes de recibir nuevas noticias sobre Guniver. El rey y su esposa Anri estaban sentados juntos hablando en voz baja cuando abrieron la puerta y dos soldados de Guniver trasportaban al príncipe por los hombros mientras este gemía de dolor. Todos se acercaron.
-¿Qué ha pasado? -Dijo el rey.
-¡No superaban! Nos masacranos y pulverizaron, no teniamos ninguna oportunidad, eran demasiados.
-¿Y Lady Katarina?
-¡Asesinada! ¡Todos muertos! -Se llevó las manos a la cara en un gesto dramático.- No pude salvarlos...
-Id a la enfermería -Los soldados asintieron y se lo llevaron miejtras gimoteaba. Jarven se sentó en su trono y les miró a todos.- Debemos mandar tropas y ver como está la situación.
-Padre, yo quiero ir.
-¿Tu Shenia? No, no eres una soldado, sino una princesa, tu deber es estar aquí.
-¡Yo elijo cual es mi deber! -Salió corriendo, empujando a Glaiss por el camino. Una vez en su aposento, se puso frente al espejo y sacó el cuchillo que había quitado al elfo en el empujón, lo colocó en su pelo y cortó su larga melena hasta tener el cabello por la barbilla. Cerró los ojos y suspiró.
Todo era oscuro y aire estaba cargado de humedad. Las paredes y el suelo eran de una piedra rugosa, fría, áspera y húmeda, en el techo se había formado una gotera de la que caía agua, haciendo que apareciese un charco de esta. Al fondo había una puerta de madera oscura y casi podrida, la que tenía una rendija por la que entraba un poco de luz, ademas de la pequeña ventana de la pared. El frío que allí había te hacía tiritar hasta el punto de padecer hipotermia, es más, la sed y el hambre acabarían con una mente y un cuerpo débiles, sin embargo, una mente fuerte seria capaz de aguantarlo.
-¿Y así acabará nuestro héroe? ¿Sin luchar por su reino? Ya no eres lo que eras...
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