Y.U.R.G.S. -P.11-

La tensión seguía latente entre ambos amigos. Tras la escena que habían montado, volvieron a su montura y sin mediar palabra con ninguno de sus soldados, se dirigieron hacia la muralla que aún les quedaba algo lejos. Todo el mundo estaba bajo un extraño silencio que incomodaba, pero ninguno se armaba de valor para romperlo, temiendo la ira de cualquiera de los dos príncipes. Estos no cruzaban la mirada para nada, Asch mantenía la vista fija en los dibujos de los mangos de sus pistolas, y Glaiss al frente, apretando con fuerza las riendas del caballo.
Las grandes murallas se alzaban ante ellos, estaban construidas en una piedra clara y bien pulida. Los enanos eran grandes constructores y se tomaban muy en serio sus habilidades, por eso, sus murallas eran las más resistentes, aunque ahora, eso no les servía para parar al enemigo que se cernía sobre ellos. Los príncipes y sus soldados bajaron del caballo. Un arquero junto con el único soldado vivo de Asch, se acercaron hasta los matorrales y los apartaron, dejando ver una pequeña abertura cerrada por gruesos barrotes. Allí se encontraba un refugio construido en caso de guerra, desde dentro podías activar una palanca para levantar los barrotes, pero en este caso, debían ingeniárselas de otra manera.
Con ayuda de unos cuantos soldados más, cavaron un pequeño hoyo junto a la rendija, ataron una cuerda a ella y en el otro extremo a un caballo quien tiró y tiró hasta que el metal cedió, abriendo un hueco lo suficientemente grande para que pasaran.

-No hay tiempo que perder. -Y apartando a Glaiss del medio, entró por el agujero, armas en mano, y comenzó ha andar por el refugio, seguido de su fiel soldado. Tras ellos fueron Glaiss y los demás, con las armas preparadas mientras los gritos y las explosiones resonaban en la oscura estancia.
La puerta de madera poseía una pequeña ventana que dejaba entrar franjas de luz y desde donde se podía observar el exterior. Asch se apoyó en la pared de la izquierda mientras Glaiss lo hizo en la de la derecha. El elfo miró a través de la ventana, los soldados enanos corrían con sus armas alzadas mientras aquellos hombres con cuchillas en los brazos desgarraban y mutilaban sus cuerpos. Se le hizo un nudo en el estómago al oír el lloriqueo de un niño. Miró con el ceño fruncido a su compañero y asintió con la cabeza. Ambos sabían que hacer.
-¡Vamos! -Gritó Glaiss alzando su espada. Con una fuerte patada derribó la puerta que cayó al suelo haciendo un estrepitoso ruido. Ambos príncipes se lanzaron al exterior. Asch disparaba a todo ser verde que veía y Glaiss avanzaba para mutilar sus miembros. Los seres se giraron para mirarles pues vieron que ellos eran presas más suculentas y se lanzaron al ataque.
El humano se abría paso a balazos, encajandolos en sus cráneos o parando sus afiladas cuchillas con las armas. Su soldado iba detrás, cubriéndole la espalda para que no sufriese ningún daño. El joven avanzaba a trompicones pues los hombres verdes le impedían el paso. Pegó una patada al estómago de uno para echarle hacia atrás y le disparó a la cabeza, esparciendo su cerebro y su sangre oscura por el suelo. Levantó la cabeza y buscó con la mirada a su amigo. Glaiss peleaba espada contra cuchilla frenéticamente. Sin pensarlo dos veces y sin tener en cuenta el odio que sentía ahora mismo hacia él, corrió en su dirección y disparó al ser, dejándolo muerto.
Ambos se miraron y dijeron rápidamente al unísono.
-¡Debemos ayudar al rey!
-¡Debemos defender a los heridos!
Los príncipes fruncieron el ceño.
-Si cae el rey, cae el reino, Glaiss.
-Debemos ayudar a nuestros amigos y a los ciudadanos.
-¡El rey también necesita ayuda! -Le gritó Asch, malhumorado.
-¡El rey ya tiene la ayuda de su pueblo! ¡Debemos socorrer a los que nos necesiten! ¡No pienses solo en la fama! -Le correspondió el elfo.
-Pues cada uno por su lado -Sentenció Asch. Puso a punto su arma y salió corriendo en dirección a las puertas del castillo. Gilbert se dispuso a seguirle cuando Glaiss le paró.
-No es necesario que le sigais allí donde vaya, soldado.
-Lo sé señor -Dijo sonriente- Pero también sé que necesita ayuda aunque no la pida -Dicho eso, siguió al humano.
El elfo le observó partir, sacudió la cabeza y miró a su tropa- ¡Debemos salvar a los supervivientes! Todo hombre, mujer o niño que os encontreis llevarlo a fuera, por donde hemos venido. ¡Rápido! -.
Los soldados se dispersaron en pequeños grupos a diferentes direcciones. Glaiss se fue solo. Con su espada en mano, trató de encontrar al pequeño que había oído llorar antes. Y lo volvió ha oir. El elfo se giró y observó como uno de esos seres acosaba a un niño que se encontraba metido en un hueco de la pared. Sin más dilación, se dirigió hacia allí abriendose paso a espadazos. Al llegar, atravesó al ser sin dudarlo y lo tiró al suelo, con desprecio, para después agacharse y mirar al pequeño con una tranquilizadora sonrisa.
-Ven, sal, no te hará daño. Soy Glaiss, soy príncipe. Ven -Abrió los brazos para recibirle.
El niño gimoteaba y cuando por fin se decidió a salir, lo hizo con temor. Era muy menudo, rubio y de ojos oscuros. El elfo lo cogió en brazos y se lo llevó tratando de no tener que pelear con nadie mientras le sostenía con un brazo.
Al llegar a la puerta por donde habían salido, le dejó en manos de un soldado y le acarició la mejilla.
-Sacadlo de aquí -Dió media vuelta y se marchó.
En su frenética busqueda de supervivientes encontró un soldado de Husmacia moribundo, con una pierna amputada y una herida en la cabeza. Glaiss se agachó a su lado, se quitó la tela que cubría su cintura y le vendó la pierna.
-¿Dónde están los refuerzos? ¿¡Dónde!?
-Dentro del castillo señor... Nos superan en número... -Un par de soldados elfos llegaron y le socorrieron lo más rápido posible para llevarselo.
-Eso no importa -Susurró para sí mismo antes de salir corriendo hasta el interior del castillo.
Las palabras del soldado eran ciertas, el número de aliados era reducido, pero su unión era fuerte y podía con todo. Apretó su espada mientras se abría paso con ella.
Si debía morir por restaurar la paz, daría su vida mil veces.
Escrito y publicado por: Gaia Lorwy
Co-escrito por: Asch Redfield

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