Y.U.R.G.S. -P. 22-

Anouk estaba muerta, la madre de los Xerx había desaparecido y con ella toda la amenaza. Asch pensó en que deberían hacer una exhaustiva inspección por si quedase el mínimo indicio de presencia Xerx, así que en cuanto el Sol iluminase el día con los primeros rayos, ordenaría ponerla en marcha.
Aquella noche pensó que iba a perderla, y por poco sucede de no haber llegado él a tiempo. La cuchilla le había atravesado el hombro derecho, y estaría semanas sin poder coger una espada, pero lo habría hecho mil veces por ella. El muchacho giró su rostro hacia su amada, la blanca luz de la luna llena en el cielo iluminaba la estancia a través de los ventanales, dejando ver el plácido pero magullado rostro de su prometida, quien descansaba en la cama contigua. Shenia había sido muy valiente al enfrentarse a Anouk sola y él un estúpido por no haberla creído, además, había sentido pánico al verla allí, tirada en el suelo, herida, y bajo el acecho de la cuchilla de la enemiga.
Sacudió la cabeza para quitarse esa imagen de ella. Se acomodó en la cama y cerró os ojos, tratando de dormir, aunque fuesen sólo un par de horas.
-¡¡Arriba, bellas durmientes!! ¿Cómo podéis estar aún en cama con el día tan bueno que hace? ¡Es perfecto para ir de paseo!-.
Asch abrió los ojos lentamente, parpadeó varias veces y observó a Drank de brazos cruzados y en silencio a los pies de su cama. El humano se incorporó y bostezó.
-¿Paseo? ¿A dónde? -.
 Glaiss se sentó junto a él, muy sonriente- ¡A ver a Amadeus! Se alegrará al saber que le llevamos información - Drank se acercó a la cama de la princesa, la movió un poco, tratando de despertarla. Glaiss les miró y se estiró hacia ellos, tapó con los dedos la nariz de Shenia y esperó. La chica se incorporó de un salto mientras el elfo se retiraba y disimulaba lo más convincente posible.
Shenia miró hacia los tres príncipes con el ceño fruncido cuando Glaiss señaló hacia el nefilim, ella lanzó a Drank una mirada fulminante y cerró el puño.
Los tres herederos caminaban por los pasillos hacia la puerta principal para ir a los establos y recoger los caballos. Asch llevaba el brazo derecho vendado y sujeto con una tela, simplemente por protección, y encima una chaqueta negra. Junto a él, Drank iba serio, frotándose el brazo izquierdo mientras que Glaiss reía a carcajada limpia. El humano se giró hacia él, y con la mano libre, le paró.
-Vale, cuenta, ¿qué te ocurre? Nunca has estado tan contento... Es más, no he visto a un elfo reír tanto en mi vida.
-Nada querido amigo -Le puso una mano en el hombro izquierdo- ¿Uno no puede reír cuando la felicidad le sonríe?
-Claro que sí, pero no tanto, escupe. -Glaiss observó a su amigo con una gran sonrisa, un instante después, sus ojos se fijaron en las dos doncellas que pasaban por delante suya, sin captar la presencia de los tres, portando en sus manos el raído vestido que llevaba Shenia la noche anterior. Asch se giró hacia ellas para mirarlas, al igual que los otros dos, pero se podía percibir como los ojos de Glaiss brillaban, y las mejillas de Drank se ruborizaban, aunque fue el primero en apartar la mirada y disimular. El nefilim cerró el puño y le dio un fuerte golpe al brazo del elfo para sacarlo de su ensimismamiento.
-Eso no es excusa para que Shenia me pegue a mí.
-¡Chicos! -La princesa apareció por detrás suyo con un simple vestido color lila.- ¿No ibais a por los caballos? Tardaremos más si os quedáis ahí parados -Pasó por su lado y los chicos la siguieron.
Al llegar a los establos, cogieron los caballos y se fueron en dirección al bosque. Atravesaron los senderos, recorrieron el camino paralelo al río y cruzaron un viejo puente para tomar un camino que se adentraba a un espeso y oscuro bosque. El príncipe humano detuvo su montura y bajó de ella, cogió las riendas y se acercó a un árbol para atarlas como pudo a él; los demás le imitaron y siguieron el camino a pie hasta que, no muy lejos, encontraron el poblado Melora. Todo él estaba constituido por pequeñas casas hechas con piedra lisa y de color blanco. Los techos eran de madera, cada uno distinto al otro. Todo parecía reducido excepto por un gran edificio que se alzaba fácilmente por encima de los demás. Dos pequeños meloras que caminaban mientras hablaban, se dieron cuenta de la presencia de los herederos. Glaiss habló primero.
-Hola, somos los herederos de los reinos, venimos para hablar con Amadeus Sniff. ¿Sabéis donde podríamos encontrarle? -.
Los dos meloras señalaron hacia el edificio más grande de todos y después, sin soltar palabra, se marcharon. Los cuatro tomaron el camino que les había indicado aquellos pequeños meloras hasta el edificio más grande de todos. Las grandes puertas de madera oscura parecían pesadas y estaban cerradas. Apenas se veían ventanas y toda la construcción parecía un gran bloque de granito. Drank empujó las puertas, pero ni siquiera la extraordinaria fuerza de un nefilim pudo hacerlas ceder.
-Aquí hace falta más que fuerza bruta, mi señor, para abrir las puertas de la Gran Biblioteca Melora. El trabajo de toda nuestra especie está encerrado ahí dentro, y creo que comprendes, mi querido Drank, que no íbamos a dejar que las puertas se abriesen tan fácilmente ¿no? -Amadeus Sniff apareció por detrás de los príncipes. Pasó entre ellos y rozó con las pequeñas manos la madera de la puerta, la cual cedió ante el contacto y se abrió de par en par. Cuando los cinco estuvieron en el interior, volvieron a cerrarse. Amadeus caminó, con las manos en la espalda y mirando por encima de las lentes, hasta llegar a una gran mesa de madera. El melora subió por unas pequeñas escaleras hasta que se puso sobre esta mientras los herederos tomaban asiento en las sillas.
-Bien, ¿qué puedo hacer por vosotros? -.
Asch se inclinó hacia delante- Veníamos a darte información, hemos descubierto... -Carraspeó y miró a Shenia, para después volver hacia Amadeus- Ella lo descubrió, será mejor que te lo cuente.
-Pues adelante querida -La miró- Habla.
La muchacha comenzó a explicarle todo lo que había pasado, sus sueños sobre los ojos color sangre, el rostro de Anouk, los intentos de asesinatos y la encapuchada. Después la pelea con ella, como se convirtió en un monstruo y su muerte. La princesa calló y espero a que el melora hablase, este asentía lentamente.
-¡Vaya! Muchísimas gracias, esto nos vendrá perfecto para completar nuestra información sobre ellos. Iré a por el libro -El melora parecía entusiasmado, fue hacia las pequeñas escaleritas que bajaban al suelo cuando resonó otra voz en la sala.
-No hace falta Amadeus, lo tengo aquí -Un viejo y encorvado melora se acercó hacia ellos, andando con un bastón retorcido de madera y un gran libro bajo el brazo. La barba gris, al igual que todo su pelo, era larga y muy poblada; y sobre su nariz descansaban unas pequeñas lentes de lectura. Subió costosamente las escaleritas hasta quedarse junto a Amadeus, dejó el libro sobre la mesa y se crujió la espalda al incorporarse- Deberíamos ir pensando en dividir los libros por tomos...
-Queridos príncipes, este es Belpher Sniff, es el habitante más antiguo de la aldea, Guardián de la Biblioteca y mi abuelo. Estos son... -.
Alzó la mano- Ya sé quienes son, estuve presente en cada nacimiento, incluso en el de sus padres. He visto nacer casi a cada miembro de sus familias y he supervisado que todo fuese bien. -Señaló al elfo- Él es Glaiss, heredero de la corona de Sorengar, hijo único y un gran capitán, presiento que serás un buen rey, joven. -Tosió y continuó- Asch, hijo de los recién fallecidos Isgar y Katarina. Mi más sentido pésame, estuve presente el día de su boda. Puedo ver en ti la fuerza y voluntad que poseía vuestro padre, y la humildad y razonamiento de vuestra madre. Con unos leves toques de narcisismo, pero nada malo. -Posó los ojos en la princesa- ¡Oh! Y cómo olvidar la floreciente rosa heredera de Husmacia. Siento mucho que la boda programada con aquel ser infernal provocase la muerte de vuestro padre, decidle a lady Anri que lo siento e iré a verla en cuanto mi salud me lo permita. Veo en vuestros ojos su gran pureza y belleza, aunque vuestra predilección por la guerra es algo que dudo que a vuestros progenitores les agradase. ¡Adoro ese coraje! Y el mayor de nuestros herederos -Prosiguió- Drank... Os habéis convertido en un hombre admirable y muy responsable, a pesar de las condiciones de vuestro padre.
-Gracias señor -Contestó el nefilim. Amadeus, quien había estado todo el rato escribiendo en el libro sobre los Xerx que había traído Belpher, lo cerró por fin y lo cogió. Miró a los presentes y se colocó las gafas.
-Bien, toda la información será archivada en un plazo de dos días. Gracias por vuestra colaboración.
-De nada Amadeus, espero que nos veamos pronto -Asch asintió con la cabeza. Todos se levantaron-.
-Esperad -Dijo el melora más joven- Asch, ¿queréis un remedio para ese brazo? Hay unas plantas con propiedades curativas no muy lejos de aquí. Os acompañaré encantado -Saltó de la mesa y comenzó ha andar hacia la salida. Todos le siguieron cuando Belpher agarró a Drank por el brazo y evitó que avanzase.
-Quedan siete lunas, siete para la de sangre. La sangre se contamina, se pudre. La pureza desaparece. -Drank le miró confuso, frunciendo el ceño, pero el melora seguía hablando, mirándole fijamente- Tu condición está sellada a la Luna de Sangre y no podrás hacer nada por evitarlo.
El príncipe se quedó en silencio, totalmente confundido. El melora le soltó el brazo y se fue farfullando cosas varias, y algunas sin sentido. Drank se pasó una mano por el oscuro cabello y se fue hacia la salida.
Fuera, los demás esperaban charlando entre ellos cuando fueron a sus caballos. Una vez que los cuatro, y Amadeus subido al corcel de Asch, estuvieron en camino, siguieron adelante sin apenas cruzar palabra entre unos y otros.
Pasadas ya varias horas, llegaron a un claro donde había un pequeño lago. Todos dejaron descansar a sus monturas y se reunieron para discutir por donde debían empezar a buscar la planta curativa para Asch. Se dividieron en dos grupos. Drank y Glaiss rodearían la orilla del lago, en donde los caballos bebían, mientras que Amadeus, Asch y Shenia la recorrerían por el lado contrario. Tras la explicación de como era la planta, todos partieron y se pusieron a buscarla con gran entusiasmo.
El trío siguió su camino, con la vista fijada en el suelo sin percatarse de que se iban adentrando cada vez más en el bosque y que dejaban atrás el lago. Shenia miraba entre unos arbustos cuando algo captó su atención. La muchacha se acercó hasta un árbol cercano de donde procedían unos bostezos. Allí, a su sombra, había una pequeña niña de unos seis o siete años de edad, su cabello rojizo estaba recogido en dos trenzas a cada lado de su cabeza y descansaban sobre su pecho. Sus ojos eran de color marrón. Se limpiaba la sucia cara con la tela de su manga. Su vestimenta era extraña para ser una simple niña, llevaba pantalones marrón metido por dentro de gruesas botas negras, sobre la camisa de algodón grisáceo había un chaleco de cuero que acababa a la altura de las costillas.
La pequeña tardó unos momentos hasta que se fijó en la presencia de la princesa a escasos metros de ella. Ambas se miraron durante un segundo hasta que la niña rompió el silencio.
-¿Qué miras?
La princesa estuvo callada un instante, luego reaccionó. - ¿Estas bien? ¿Te has perdido? -La muchacha se fue acercando a la pequeña, la cual le miraba fijamente.
-Lárgate, estaba durmiendo -Se levantó de un salto y se cruzó de brazos con una expresión de molestia en el rostro.
Ahora Shenia podía verla mejor, sus ojos si eran marrones pero tenían tonos amarillentos y unas pupilas alargadas como las de un gato. En su cabeza había dos orejas de pelo rojo que estaban en punta, aunque anteriormente estaban echadas hacia atrás. También, a su espalda, una cola del mismo pelaje que las orejas se mecía y barría el suelo con la punta.
Shenia estaba asombrada.
-Fuera -Dijo- Y no me hagas enfadar.
-Solo te quiero ayudar, no es seguro que estes tu aquí sola.
-No... -Sonrió- Tú si que no estás segura aquí.
Un rugido resonó en la espalda de la princesa. La muchacha se puso tensa y se fue girando lentamente hasta ver a la bestia.
El chillido alertó al príncipe, que estaba junto a Amadeus buscando la planta. Asch miró al melora y susurró el nombre de su prometida, agarró a Amadeus y salió corriendo hacia el origen del grito. También Glaiss, con su afinado oído de elfo, alarmó al nefilim y fueron en ayuda.
El humano atravesó el bosque y saltó unos arbustos para irrumpir en la escena. Una bestia de más de metro y medio de alto, con un espeso pelaje de color gris, unos ojos pequeños, la boca grande con dos colmillos blancos, largos y afilados, sobresalientes de ella; acosaba a la princesa contra un árbol. Amadeus lanzó tal hechizo a la bestia que esta fue lanzada a varios metros de distancia. Asch corrió hacia su prometida y la envolvió con el brazo no vendado, acto seguido, miró a la niña con el ceño fruncido. Amadeus se colocó delante suya. La pequeña, quien no parecía preocupada por su bestia, se giró hacia el árbol donde había estado durmiendo y recogió de debajo de unas hojas una gran espada con un filo muy ancho y largo. Al ser pequeña, tenía que ir arrastrándolo ya que seguramente, el arma entera doblase fácilmente su peso.
-Veo que tendré que hacer esto por las malas.
-¿Por las malas? ¡Te daré yo por las malas! -Gritó Asch al mismo tiempo que soltaba a Shenia y pretendía sacar la espada con la mano izquierda, ya que con la derecha estaba impedido.
-¡Asch! ¡Shenia! -Glaiss apareció seguido de Drank, quien ya había desenvainado las dobles espadas. Ambos príncipes se pusieron delante de la pareja. La niña se quedó parada al ver llegar a los dos príncipes. Sus extraños ojos fueron directos hacia Glaiss, quien trataba de contener la furia de Asch. Sus mejillas tomaron un leve tono rojizo aunque pronto se puso erguida para mantener la compostura.
-¿Asch? ¿Shenia? Vuestros nombres me suenan, no me digas que sois los príncipes. Y vosotros -Dijo refiriéndose a los recién llegados- Y vosotros los otros dos supongo. ¿Qué os trae por aquí?
-¿Acaso os importa? -Respondió bruscamente Asch. Glaiss le dio una colleja y se giró hacia la niña.
-Perdone sus modales, está nervioso. Nadie toca a su prometida
-¡Despellejaré a tu maldita bestia! -Shenia le rodeó con los brazos para que se calmase y este dirigió su atención a ella.
-Estamos en busca de una planta curativa, pero apenas hemos encontrado rastro de ella. Por algún casual, ¿sabéis su posible paradero? -.
La niña tenía el rostro de color rojo pero su postura era firme y sus ojos inexpresivos. Se encogió de hombros y se dirigió a su bestia, la cual estaba levantándose todavía, pues el hechizo había sido potente. Dejó el enorme arma apoyado sobre los colmillos y, agarrándose al pelaje como si de una cuerda se tratase, subió hasta quedarse sentada en su lomo.
-Síganme y les contaré lo que sepa, si me pagan una copa, claro.- Se puso en marcha a un paso no muy rápido para que los cinco, que iban andando, no la perdiesen de vista.
Cogieron un pequeño sendero que les llevó un camino, al final desde este, se podía apreciar un pequeño edificio de piedra grisácea. Todos llegaron al lugar, donde había un cartel que ponía "Taberna" y junto al nombre un dibujo de la cara de un cerdo tallada en madera. La niña dejó a su extraña mascota en la puerta, y se bajó resvalando por el lomo de la bestia. Cogió la espada y la fue arrastrando hasta el interior, esta, fue seguida por los herederos, aunque Shenia tenía sus dudas sobre la seguridad de aquel lugar de aparentemente mala fama.
El interior era el de una taberna, muebles y mesas de madera, pero con una variante, pues casi todas volaban por los aires debido a que los clientes; villanos, mercenarios y ladrones, estaban peleándose los unos con los otros. La niña ni se inmutaba y se dirigía hacia la barra con toda tranquilidad. Sin embargo, los cuatro herederos se habían quedado en la entrada, todos con diferentes expresiones en el rostro.
Asch, con una gran sonrisa, inspiró profundamente- ¡Oh! ¡Esto es lo mío! -Dijo entusiasmado- ¡Huele a humanidad!
-Maloliente humanidad... -Replicó Shenia, con una expresión de asco y preocupación.
-Esta gente, no son más que bandidos y hombres violentos.
-Glaiss, Shenia, yo que vosotros pasaba desapercibido, estamos en desventaja. -Dijo Drank. Asch se dirigió a la mesa donde esperaba la niña tomandose una gran jarra de cerveza. El elfo le siguió sin apartar la mirada de aquellos hombres y Shenia, bueno, Drank tuvo que empujarla pues se había quedado clavada en el suelo.
Una vez sentados a la mesa, comenzaron ha hablar sobre aquella planta cuando, Asch, furioso, gritó mientras se levantaba.
-¡No juguéis conmigo! ¡Escupid el paradero de la planta! -Y así, la taberna quedó en silencio. La batalla campal que se había formado, se paró de repente y prestaban toda su atención en la mesa de los recién llegados. Sobre todo, sus ojos observaban a la niña, la cual aún mantenía la calma, y a la humana, quien se tensó en su asiento y rezó porque, aunque no fuese muy propio de una princesa, volviese a producirse una pelea que les hiciese desviar la atención de ellos.

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