Ilusionist Rose -Cap. 3-
Estaba sentada en el borde de la cama con el libro entre las manos, a su lado, el gato dormía plácidamente y ronroneaba. Después del encuentro con Steve, Ellie tenía incluso miedo de abrir el libro y pensaba seriamente qué hacer, pero su corazón y su razón la obligaban a ir a por Steve, necesitaba ir a por él, tenía que ayudarle.
La chica suspiró y abrió el libro, sus dedos recorrieron las páginas, parecían antiguas. En las primeras solo había dibujos a lápiz de niños pequeños, después había algunas rotas, pintadas enteras o arrancadas. Estas las pasó rápido pues no contenían nada interesante hasta que encontró una foto entre ellas. La cogió y observó detenidamente.
En ella aparecía una mujer con un uniforme marrón y una corbata negra. El pelo canoso lo llevaba recogido en un alto moño del cual no se escapaba ni un mechón, sus ojos verdes eran duros e intimidantes, acentuándolos con las lineas de los apretados labios y su cuello, y mandíbula, tensos; haciendo su cuerpo más rígido de lo que ya parecía.
Junto a ella, aunque no tenía contacto con ninguno, había cuatro niños, parecían pequeños, de no más de siete años. El de la izquierda del todo era el más alto, su cabello era rojo como el fuego, corto y despeinado; tenía también una tirita en la frente y un extraño dibujo azulado en forma de espiral por el cuello y la parte izquierda del rostro. Su miraba plateada era perturbante, ya que estaba vacía, sin vida, como si alguien manipulase su mente, sin embargo, cuando pasó los ojos por los otros tres niños, tenían la misma.
La chica suspiró y abrió el libro, sus dedos recorrieron las páginas, parecían antiguas. En las primeras solo había dibujos a lápiz de niños pequeños, después había algunas rotas, pintadas enteras o arrancadas. Estas las pasó rápido pues no contenían nada interesante hasta que encontró una foto entre ellas. La cogió y observó detenidamente.
En ella aparecía una mujer con un uniforme marrón y una corbata negra. El pelo canoso lo llevaba recogido en un alto moño del cual no se escapaba ni un mechón, sus ojos verdes eran duros e intimidantes, acentuándolos con las lineas de los apretados labios y su cuello, y mandíbula, tensos; haciendo su cuerpo más rígido de lo que ya parecía.
Junto a ella, aunque no tenía contacto con ninguno, había cuatro niños, parecían pequeños, de no más de siete años. El de la izquierda del todo era el más alto, su cabello era rojo como el fuego, corto y despeinado; tenía también una tirita en la frente y un extraño dibujo azulado en forma de espiral por el cuello y la parte izquierda del rostro. Su miraba plateada era perturbante, ya que estaba vacía, sin vida, como si alguien manipulase su mente, sin embargo, cuando pasó los ojos por los otros tres niños, tenían la misma.